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Mostrando las entradas de enero, 2005

El hombre de verde y el pesimismo

Cada tres meses llega a mi oficina, con recibo en mano para cobrar mi suscripción a un periódico español. Tiene una apariencia difícil de olvidar. A pesar de sus sesenta y algo años, aún se conserva apuesto. Tiene el cabello blanco peinado cuidadosamente hacia atrás, siempre está vestido de verde pistache (camisa y pantalón), sus ojos son verdes y el recibo también. La mirada es aguda, y su ceño posee una afectación que me incomoda. Parece un maestro severo de los años cincuentas. Trato de pagar rápido, no hablar mucho con él. Pero de un tiempo a la fecha, se sienta (sin ser invitado) frente a mi escritorio; se recarga en la silla, coloca el pequeño maletín en su regazo, y empieza con parsimonia una conversación que parece continuar de otro día. Ayer llegó como un agorero del mal ; a las 10:00 am estaba yo haciendo un recorrido por los caminos más pesimistas de su mano, como un Fausto decadente llevándome a su infierno. Empezó hablándome de su repartidor (a éste lo veo todos los l

La muerte de los locos

Intentaba bajar del carro unas cajas que debía llevar a mi oficina, cuando veo acercarse a un joven. Se veía aseado y saludó educadamente: ¿Le ayudo a bajar las cosas, muchacha, y me da una ayuda? Mi desconfianza hacia los desconocidos, y un chocante orgullo que por desgracia he desarrollado, me hizo pensar en un no gracias terminante. No tuve una oportunidad rápida de hacerlo, lo que siguió me dejó muda, tratando de conectar la apariencia de ese joven, sus palabras, con mi intuición y habla. Él siguió con su ofrecimiento: —Verá usted, es que soy hijo de Dios (Pensé: cristiano protestante ). —Yo estuve en la cárcel, en el CERESO (Pensé: hombre en superación ). —Vivo de pedir dinero a cambio de ayudar a la gente, en lo que necesite (Pensé: Vale, dejaré que me ayude ). —Necesito dinero porque yo me morí en el CERESO (Pensé: ¿Puede repetir eso, por favor?). —¿Se acuerda del motín? Yo fui el último al que mataron, al que dieron 7 puñaladas contra la pared (Pensé.... Bueno,

Equipatas

¿Por qué cuando necesitamos sol para repiquetear el año que recién nace, sólo viene la lluvia? Quizá para que veamos el cielo de ayer: un muro sombrío, despiadadamente metálico, invadido por las ráfagas doradas de un sol que reina sobre azules, nubes, metales, cerros, techos, cabelleras... Y su corona, en arco multicolor, ciñendo las sienes del universo.