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Mostrando las entradas de enero, 2018

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Ser optimista. Eso quiero en el 2018. Parece que el optimismo es algo de idiotas e ingenuos. Pues déjenme decirles que ya vengo de vuelta: el pesimismo drena, no produce, es egoísta, ególatra, vanidoso, vano. Las quejas y críticas se oyen bien, quizá hasta suenan inteligentes; pero se regodean en el vacío, en los callejones sin salida, en el conformismo. Solo los optimistas buscan soluciones y creen que existen. Y seguramente este 2018, con elecciones en puerta en México, con una ley de seguridad interior ya en funciones, con la ley mordaza metiendo su nariz en nuestras vidas privadas nos darán motivos para volver a los lamentos y el pesimismo. Pero tengo hijos. Y creo fervientemente que en lo micro está lo macro. Y creo, como mujer creyente y espiritual, que todo lo que hacemos tiene un efecto sacramental; es decir, que lo que hago en mi vida cotidiana tiene un efecto simbólico y de facto a nivel global, un efecto extraterritorial, e incluso extemporáneo. No quiero que mis h