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Mostrando las entradas de octubre, 2013

Mariana: 18

Mariana llega a sus 18 años mirando todo lo que tiene enfrente. Metiendo las puntas de los dedos, tocando la temperatura de su futuro. Y yo quisiera traérselo completo y ponérselo bajo sus pies. Un poco como cuando era niña, y le iba desbrozando el camino. Pero recuerdo que hoy cumple esa edad en que sólo debo despejarle el umbral para que se asome, salga, camine por sí misma, se coloque en eso que sólo ella ve con claridad enfrente. Sólo me queda ya ser testigo prudente de cómo se mete entera, a veces al frío, a veces al sofoco, a veces a la tibieza de ese mundo que hasta hoy le era un poco ajeno. Y que a partir de ahora, en mayor o menor medida, le será propio. ¿Y qué más deseo para ella sino eso, un mundo propio?

Feliz 2, Cecilia

Cecilia le hace honor a su nombre. Le gusta la música, baila moviendo su cabeza de un hombro a otro, levanta las manos y gira su torso. L'avi le pone música de todo tipo. Cuando termina una pieza, Cecilia aplaude. Y si la música tarda en volver, acude a l'avi y le pide más música. Por eso ahora que Cecilia ha cumplido 2 años, l'avi, quien también ama la música, le ha regalado un juego de instrumentos musicales: pandereta, armónica, flauta, castañuelas y el xilófono. Todos celebramos la vida de Cecilia. Llenamos el jardín de globos y de regalos y de gente querida. Ella lo llenó de música.  

Este es el asunto

Que para escribir necesito soledad. La desearía, desearía también escribir. Pero el asunto es que no hay un resquicio de soledad. Mi vida está llena desde que amanezco hasta que duermo. Pasa que la vida transcurre plena, en el calor, la alegría y el remanso que es él; en el torbellino y desafío que es mi adolescente Mariana; la ternura y curiosidad que me inyecta Mateo hacia él, su mundo, el mundo; el amor burbujeante y lleno de risa y sorpresa y vértigo ante la vida del que me desborda Cecilia. No hay soledad. No hay vacío. No hay ocio. No hay tiempo. No hay razones más fuertes para escribir. Lo necesito, pero hay necesidades más imprescindibles ahora: ellos, todos ellos.

Gaby Noriega (...-2013)

Gaby era una mujer sin edad. ¿Para qué decirla? Fue mi compañera de trabajo, algunas veces fuimos juntas al cine, a cenar. Y teníamos algo muy importante en común: una gran amiga, que ayer por la tarde se armó de valor, se paró a un lado del altar, frente a las cenizas de Gaby, y habló de la huella que ella dejó en su vida. Lo siento mucho, Lola.

Marcelo Balzaretti (1971-2013)

Con Jaime he conocido en el DF a la gente más interesante y divertida, más desmontada y creativa, más relajada en sus vidas y a la vez tan apasionadas por el arte. Cuando empiezo a apegarme a su grupo, a anclarme a un nuevo núcleo, empieza su fragmentación. Primero fue el querido Javier Barreiro; este fin de semana fue Marcelo. El artista que tenía mirada de que acaba de descubrirlo todo. Siempre atento y siempre esquivo. Siempre trabajando en algo. Siempre evidenciando esa explosión creativa en su interior. Esa que repentinamente hizo hecatombe.