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Mostrando las entradas de julio, 2020

Mi perro Trancos

Trancos, le puse. Era un perro color negro azabache, con una pequeña mancha blanca en la punta de la cola. Tenía una forma craneal cuadrada. El nombre viene de El señor de los anillos;  es el nombre que le dan a Aragorn durante el exilio, en su periodo montaraz. Para mí ese perro era noble, inteligente, delicado; todo eso muy escondido detrás de su condición feral. Yo tenía 23 años y, por una obstinación que solo puede sostenerse a esa edad, vivía en el desierto, en una casita en medio de la nada, sin electricidad, con agua solo dos horas al día. Mi padre, preocupado por mí y mi seguridad, me lo regaló. Era bravo. Vaya que sí. Tanto que no se sentía nada cómodo como perro de compañía, y casi de inmediato huyó con una manada de coyotes. De repente lo veía a lo lejos. Era fácil de reconocer por su negritud y cola de punta blanca. Así que mi padre volvió a visitarme con otro regalo: una perra criolla, color marrón, con cierta ascendencia Weimaraner. Le puse Cacao. Ella, en cambio,

Premisas para la alegría y para el desastre

(Publicado originalmente en https://pliegotante.blogspot.com/)  El confinamiento por COVID-19 desde un principio se antojaba una prueba radical en todos los ámbitos. Una prueba de resistencia personal; una prueba a la economía de las familias y los países; una prueba para los sistemas de salud, construidos o derruidos según políticas públicas de cada país; una prueba para una humanidad que ha ido caminando en las certezas que aparentemente da la sociedad de consumo. Es, sobre todo, una prueba a las apariencias.  Como a mí me sucede lo que a la poeta Rosario Castellanos, en cuanto a que “ … el llanto  /  es en mí un mecanismo descompuesto  /  y no lloro en la cámara mortuoria  /  ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe. /   Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo /   el último recibo del impuesto predial” (Autorretrato, en  En la tierra de enmedio ), me enfrenté a esta nueva situación como si fuera una catástrofe, así que tuve la calma de trazar tres p