No me despedí. Ya lo sé. Soy una desalmada. Una ingrata. Pero quizá sea más lindo despedirte por aquí que con un abrazo, que con un golpe en la espalda (rudo, lo reconozco), con un que te vaya bien, cabroncito . Prefiero decirte aquí: Disfruta Chile. Sumérgete en Santiago. Aunque sea otro Santiago, peregrina por Santiago. Haz el camino árido, silencioso hasta que recuperes la palabra. Dentro. La palabra descarapelada. La palabra escocida. Lleva a Donoso en la travesía. Pero no sea con él el encuentro. Sino con esa llaga donde uno debe meter la mano: la palabra encarnada, el lenguaje desollado. La fe en el signo. La fe del escritor: que no necesita ver, sino esculcar, remover, descarnar.