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Mostrando las entradas de octubre, 2011

La paranoia y los anzuelos

Esta novela juega con el doble filo: la paranoia, el espionaje. Lo uno provocando lo otro: la paranoia como semilla del espionaje ejercido desde el poder, la sospecha de espionaje que genera paranoia en el sometido. Para este juego he pensado en un instrumento que ya han recomendado muchos escritores; entre ellos, Paul Auster: el anzuelo. Tirar la mirada hacia adelante, para darle pequeñas primicias al lector, mínimas claves, anticipos que le hagan continuar persiguiendo al gusano en el anzuelo.

Mariana

En estos días su nacimiento me regresa nítido: las emociones primerizas, su llanto potente, sus ojos abiertos y escudriñadores, el cuerpo leve, su olor. Han pasado 16 años. Y cualquier presagio que haya tenido sobre ella ha florecido como un huerto vivo, extendido: Mariana es una jovencita fuerte, vital, divertida, irreverente, con miles de instrumentos en sus manos para sobrevivir en este mundo, aguda, con un mundo propio que mantiene a salvo de todos. Incluso de mí. Y lo celebro. Celebro su conciencia, su riqueza interna, su capacidad de autoprotección, su caminar determinada y sin miedos. Así como celebro un año más del prodigio de tenerla por hija. Foto: Mariana Mendívil

Y te nombramos

Si las palabras tienen un peso hondo, en el centro de lo que nombran, ¿qué es un nombre? Quizá ese perfume que queda en el aire cuando se llama, cuando se evoca: Cecilia.

Open Studio

Ayer fui a un open studio de la artista plástica Maho Maeda. Entre amigos e hijos, todo mundo compartía sus proyectos con generosidad. Y el responsable de la construcción del estudio hablaba sobre el árbol interior, la luz, los pisos, el techo. Y la artista hablaba sobre su trabajo, sus tiempos, su niña, el viaje próximo a Alemania. Y por un momento envidié ese ambiente entre los artistas plásticos: abierto, generoso, más gregario que el del escritor, más humilde que el del escritor. Pero pensé que yo también vivo un "open studio" a diario. Que puedo hablar con él sobre las dudas de mi historia, sobre su construcción. Y encuentro una voz suave, respetuosa, abierta, conocedora. Y puedo hablar sobre ello aquí, en este nido abierto, donde incubo mis palabras.

Iván Figueroa leyendo A ras de vuelo

Con él podía dialogar de lenguaje, poesía, grilla cultural, sueños, proyectos. Escurridizo, como quien esto escribe; no dado a las tertulias ni a la vida social entre escritores, como quien esto escribe; nos encontrábamos aquí y allá, ambos en la faena: él haciendo diligentemente lo que le tocaba hacer, y yo cumpliendo con mi parte lo mejor posible. Nos hemos leído. Nos hemos comentado. Pero este domingo, casi de madrugada, arrebujada con la compu en las piernas y un café al lado, he recibido la alegría de este comentario sobre A ras de vuelo , que Iván subió a su blog.