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Mostrando las entradas de 2005

11. ¡Lo tengo!

Ya sé cómo explicar el hallazgo que fue esta historia paralela sobre el desarrollo agrario en el Valle del Yaqui. Antes de la investigación completa: Es como si hubiera querido tomar una foto a gente, con el paisaje de fondo desenfocado. Ahora: la novela es como tener la foto de la gente y su vivencia en ese paisaje, una foto enfocada en el todo, en el sujeto y su contexto, con la misma claridad e importancia. A este regocijo se suma otro: las personas, las lecturas, los acontecimientos se muestran ante uno, el creador, como estelas de humo después de un acto de magia. Por todas partes me encuentro gente que de una u otra manera tiene que ver con mi novela de pilotos agrícolas: personas que han sido parte de los ejidos, pilotos, vendedores de insumos -fertilizantes e insecticidas-, y hasta la sombra de personas que confirman mi teoría de cómo acabaron muchos pilotos tras la crisis de los 80:¡trabajando como burros para los narcos!

10. Otra historia en el subsuelo

He tenido que hacer un alto. Leyendo sobre el desarrollo agrario en Sonora, especialmente en el Valle del Yaqui, veo que en ello existe una historia paralela con tensiones, traiciones, esperanzas, ambiciones, injusticias, latiendo en el subsuelo, fertilizando la narración. Aunque ese panorama iba a ser un paisaje de fondo, ahora me parece que es tan importante como un contrapunteo con la vida de cada uno de los tres personajes principales. No quiero hacer una novela histórica. Pero los personajes serán hijos de su época; sus éxitos y fracasos serán el legado de las políticas agrarias en décadas determinantes: de los 50 a los 80. Ejidos, caudillos, expropiaciones, matanzas , marginación, tecnologías, corrupción, control gubernamental, caciques, tierras ensalitradas, abuso de pesticidas y, como manto mítico, la revolución verde.

9. Historia y el veneno del motor

Ayer tuve dos entrevistas alrededor de la novela: Nohemí, una historiadora, a quien consulté sobre el movimiento agrarista que se dio en los 70, muy ligada a la revolución verde, a las expropiaciones de Echeverría. Y mi hermano Roque, quien administró la empresa de mi padre desde muy joven, y me dio un panorama completísimo. Desde la logística de los piperos, de los pilotos, de los técnicos, funcionarios y autoridades que intervienen directamente e indirectamente en el proceso de fumigación. También me habló desde su experiencia personal, haber estado en ese mundo de pilotos, pero trabajando en tierra. La primera experiencia que me marcó en relación a los aviones , fue escuchar el estruendo del motor de un avión volando cerca. Yo no lo veía. Pero ese rugido en el cielo se me quedó atrapado como un fantasma en el pecho. Cuando mi hermano hablaba ayer de las emociones a las que te enfrentas en el mundo de la aviación, se conmovió al narrarme la sensación cuando antes del amanecer se ence

8. Trenzado de historias cuando hay algo histórico

Me he comprado música de cine , especialmente de Michael Nyman. Estas bandas sonoras tienen el valor de contar una historia sin palabras; la melodía va ascendiendo llevándonos por un relato de sensaciones, emociones, estados de ánimo. Son pequeñas épicas concentradas en una línea melódica. Mientras escucho la música, el horizonte de la historia se me abre: aparecen nuevos personajes, los hilos que se han dejado visible e intencionalmente sueltos buscan clavarse en el tejido para anudarse. Pero ahí está la labor del narrador: cómo dosificar el hilado, en qué momento anudar ciertas hebras y dejar sueltas otras; y sobre todo, en qué momento pasar del close up de los personajes a una toma panorámica, donde los personajes se muevan y desarrollen en su contexto histórico y social. En esta novela convergen varios niveles de relato: la historia individual de cada uno de los tres personajes principales, y su relación peculiar con la aviación (parte primordial); el desarrollo y declive de la rev

7. Parálisis

De repente, la historia se detiene en seco, como si en una carrera a buen paso nuestra ropa se enganchara al tronco invencible de un árbol. ¿Qué sucede dentro del autor que paraliza el puño y la imaginación? 1. Hay miedo al ripio. A que la situación que uno ha ido desarrollando para reafirmar los personajes deje de ser un recurso y se convierta en un falla. 2. Hay la sensación de que el personaje ya debe dar el salto hacia otro estadio, y está varado a la orilla del precipicio, dando un paso para atrás y otro para adelante, atascado. Entonces hay que preguntarse qué le ha faltado desarrollar al personaje que no tiene aún la madurez para dar ese brinco, para mostrarnos una evolución. Por lo general confundimos estas situaciones con agotamiento creativo , con aridez, con bloqueos. Pero tengo la sospecha de que son los personajes que se rebelan a continuar por una mala construcción de su genoma o fenoma. Porque un personaje que se construye con plasticidad anecdótica, con complejidad sico

6. El pelón mayor

He introducido un personaje coral en la novela , que habla en primera persona del plural, como salvaguarda y vocero de la familia de pilotos. Las familias que tienen conciencia de la filia, de la sangre, de la naturaleza de una rama guardan una gran proporción de esta identidad colectiva en la configuración de su ser individual. Y en cada una de estas familias siempre hay un miembro que atesora con celo las tradiciones, historias, efemérides, glosarios de la parentela. Esta familia, que por lo pronto he apellidado “los Islas”, tiene una característica física predominante: calvos. Así que la forma de llamar a su clan no es “Islas”, sino “los pelones”. Los apodos me parecen más típicos de una tribu, de una turba que se une de manera semi-anónima para sobrevivir, como sucede con los equipos de béisbol o de básquetbol: “Los pieles rojas”, “los medias blancas”. Quiero evitar darle un nombre propio a este personaje coral. Y en cambio lo llamaré “el pelón mayor”. Será la voz que hile en una s

5. Personajes de aire, tierra y fuego

Sigo en buena sintonía con la novela. Anoche tuve una nueva motivación: hablé por teléfono con mi padre. Teníamos meses sosteniendo conversaciones cálidas pero escuetas. Anoche abrí la puerta. Su puerta. Duramos más de una hora charlando. ¿El tema? Claro, los aviones. Me precisó marcas de aviones, diferencias entre unas y otras (sobre todo, desde el punto de vista del piloto), y me dictó el alfabeto aéreo, que de niña recitaba por mero divertimento y que ya había olvidado. Pero lo más valioso es la luz que me dio sobre uno de los personajes. Al tratar la novela de 3 pilotos principales, con motivaciones muy propias para volar, he relacionado a cada uno de estos personajes con un elemento. Gabriel es aire , por ello tiene nombre de ángel, tiene formación de piloto acróbata y todo su lenguaje transita en el campo semántico del aire, cielo, vuelo. Volar para él es ir al lugar al que pertenece, con dolor de regresar. Pedro es tierra , por ello el nombre asociado a roca; su motivación para

4. Las redes

El terror y la inseguridad al escribir han amainado gracias a los comentarios, especialmente, de dos personas que respeto mucho como escritores y a quienes tengo un cariño muy cercano: Javier Munguía y Margarita Oropeza. Ambos me han hecho comentarios puntuales sobre lo avanzado; digamos que le han prestado sus ojos al “narrador ciego” del que hablaba hace días para orientarlo: Las líneas coinciden aquí, los colores se lograron allá; pule aquello, potencia esto. Ambos han coincidido en: -Ya está claro el anhelo por el vuelo que tienen los personajes principales. -La motivación de ellos está bien diferenciada. -Hace falta reforzar el inicio. Margarita ha añadido que: -Es interesante el ambiente campirano, machista, sofisticado por el ambiente de la aviación. Javier ha anotado que: -Es importante mantener la novela alrededor de la acción, y no de la reflexión, tono que suelen tener mis novelas. Hoy mientras desayunaba con Margarita, hablábamos de su novela, de la mía, del futuro que quer

3. El Tartamudo

He introducido un personaje nuevo a la novela: el Tarta , apodo onomatopéyico de "El Tartamudo". Bien dicen que los personajes te arrastran. Indagando en sus motivaciones, en su tartamudez, encontré que esta disfunción del habla es una especie de guerra entre lo que se quiere decir y lo que no se debe decir. Una especie de represión de alguna autoridad introyectada y la voz exacerbada que quiere ver la luz, pero es sofocada por la voz represora. Esa guerra frena el flujo del habla, aborta las frases antes de pronunciarlas. Y me ha parecido fascinante, ya que el narrador lo permite, consignar esas dos voces que pelean por vencer. Bienvenido a la ficción, Tarta .

2. Deshilando

Estuve en un bache narrativo. Borraba más de lo que escribía, que no está mal. Como escritor el fantasma del abandono debe acecharnos siempre, y bien haremos si nos unimos a ese enemigo. Si llegamos a abandonar la obra que nos hemos propuesto, es una especie de selección natural para que no llegue al lector el bodrio que no fuimos ni siquiera capaces de culminar. También ese enemigo puede trabajar a nuestro favor si somos capaces de discernir con agudeza el momento en que el lector puede abandonarnos. Narrar es como tejer. Todos los recursos y elementos deben disponerse con exactitud para potenciar la tensión en la historia y para crear contrastes en la coloración de los personajes. Hay hilos que pasan por debajo o por detrás, igual que entrecruzamos los campos temporales. Es más fácil deshacer el hilado narrativo cuando uno tiene estas figuras en mente. He salido del bache de dos días y sigo trabajando.

1. Temor a la carne

El 1 de noviembre inicié la redacción de la novela. Tengo el esqueleto, el perfil de los personajes, la escaleta de la historia y, sin embargo, me siento aterrada. El esqueleto no es suficiente soporte cuando tenemos que cubrirlo con músculos, vísceras, arterias, células, dermis, vellosidades, órganos vivos que mantengan la vida de ese gran cuerpo que es una novela. Siempre siento que no seré capaz. No sé si un escritor experimentado sigue teniendo esta sensación pasados los años –bueno, quizá cabría preguntar si los escritores de renombre han sentido alguna vez terror-. Mis amigos escritores me preguntan a qué temo , o qué quiero, o qué me frustra. No sé decirles. Escribo y me siento como si fuera un pintor ciego que no puede ver lo que ha trazado, si las líneas se unen donde debieron haberse unido; si los colores son exactamente los que se querían producir, si líneas y colores se han armonizado en la figura que se deseaba dibujar y, sobre todo, si aquello que se ha hecho vale la pena

Año de novelar. Introducción.

Si este es un nido de palabras, aquí anidaré la novela que tengo que escribir como compromiso con el FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes). El argumento de esta novela se centra en una dinastía de pilotos de fumigación aérea. A través de la novela se retratarán el oficio de la aviación agrícola, los valores de masculinidad que se tejen de generación en generación, la pasión ambigua por el motor y la naturaleza, la vida y la muerte, la herencia y el destino; desarrollando la historia durante la bonanza de la revolución verde (años 70) y el declive de la agricultura en el norte de México (años 80).

A volar

No debo volver a explicar(me) por qué inicié este Blog. En el primer post están mis iniciativas, mis dudas, mis motivaciones y contra-motivaciones. Sigo igual de confundida. No sé si el Blog debe ser un espacio permanente, y sigo sin tener claro qué sentido hay sino mantener el puño elástico sobre el papel. Pero la blogósfera se convierte a la vuelta del botón en un espacio para la vulgaridad. Vulgar es que los comerciantes aprovechen los espacios para comentarios y anuncien desde carros, hasta casas y ropa. Vulgar es que gente que no sabe qué hacer con su ocio deje mensajes que tienen que ver con todo, menos con la palabra –es decir, que no tienen que ver nada. Vulgar es la balacera de gatilleros que se desata, como en la mafia más decadente, para presuntos “ajustes de cuentas” –con su lista de inocentes civiles caídos. Todo podría ser divertido. Incluso podrían divertirme comentarios anónimos que me dirán palabras que en ninguna otra parte tendré la oportunidad de escuchar, por no te

Finisterrae

Finisterrae. Leo. Y la palabra se implanta en la punta de mi lengua con toda su magia. Como si el misterio del mundo se me revelara. Cuando era niña atormentaba a mi madre con una pregunta: ¿Dónde acaba el mundo? No, respondía mi madre, el mundo no se acaba. Y desesperada preguntaba una y otra vez: Entiende, mamá; si te vas caminando y caminando, ¿dónde topas con el fin de la tierra? Y ella obstinadamente repetía que no había tal. Me habían dicho que el mundo era redondo. Pero ignorante del sentido de la fuerza gravitacional; yo pensaba que en medio del globo había una plataforma plana, donde se desplegaba el mapa mundi, en recto. Y que la esfera era sólo una corteza que nos protegía y aguardaba el cielo, las estrellas, el sol, la luna. Por ello pensaba que al caminar, encontraríamos una pared; no una circularidad que convierte cada punto de partida en el punto de llegada. Recientemente escuché una canción sobre piratas y sirenas, en el mundo precolombino, cuando se creía un mundo p

Habemus becam

Les pediría que echen un ojo y luego echen un grito (de alegría los que se alegren y los que no... también), a una liga donde dan el anuncio. Pero sólo verían un montón de nombres como los deudores del predial. Así que les comento brevemente: Gané beca. FONCA. Jóvenes Creadores. Novela. Contenta. Buen año literario. Otro buen año personal. Muy contenta. Tan-tan. No se hable más. ¡A escribir se ha dicho!

Rabito en cuatro actos

*Daniel Terán, ilustrador. I. Un encuentro de pelos Después de tres años de pedírmelo ella y yo posponerlo, un sábado por fin mi hija y yo fuimos por el perrito que habíamos encargado –cierto que al principio para mí era sólo una hipótesis-: schnauzer, sal y pimienta, macho. Cuando salimos de la veterinaria con una casita móvil, una bolsa de comida, carnazas, collar, cacharros para la comida y un perro que por más recién bañado olía a perro, dije: esta es la realidad que nos espera . Y así fue. Empezar a entrenarlo, y empezar a querer esa masa informe pero armoniosa de pelos: unos por aquí y otros por allá no; unas aristrocráticas cejas que caen como obelisco sobre los ojos, y un hocico con bigotes tan generosos como un chorro de agua abierto contra el viento. Nos fuimos acostumbrando a sus roces en nuestros tobillos. A la alegría incondicional e inconsciente de una criatura que parece haber nacido sólo para complacer y alegrar a sus dueños. El cariño fue súbito y desbordante hacia Rab

P.D. Días sin Ana

No es que esté celosa, pero si para ustedes Ana es una santa, esta semana me convertiré yo en una: mi mano derecha -e izquierda también- se me ha ido de vacaciones de verano por una semana. A Los Cabos. Tal vez ahí se encuentre a Luismi y la Arámbula, a Brad sin Aniston, o a Aniston sin Brad. Yo en cambio sólo me encuentro con zapatos en la sala, con calcetines sin pares, con muebles empolvados, con comida sosa...

Días de Ana

Estos días convaleciendo, han sido días de Ana. De ver sus manos morenas, venosas, gruesas, desprovistas de los anillos de oro que siempre deja a un lado del lavaplatos en cuanto llega. Han sido días de escuchar la radio popular: el noticiero gritón y contestatario de Juana María, el noticiero policiaco de doña Paquita (cuya cortinilla dice: "¡Ya, doña Paquita! ¡Ya párele!"); las canciones gruperas, rancheras y los narcocorridos en La Poderosa, La Kaliente, La Comadre. Han sido días de escuchar sus dichos tan peculiares: “A mí me importa una pura y dos con sal”, “Me disculpa la cara si me equivoco cuando le digo que...”; su defensas precursoramente feministas: “¿Y por qué me quieres agarrar a huevo? Me voy a acostar contigo cuando a mí se me antoje, no cuando tú quieras”, “¡Ponme la mano encima, cabrón, y te echo la olla de frijoles hirviendo encima!“. Han sido días de descubrir su ternura detrás de esa voz gruesa y golpeada que siempre parece estar enojada; días de planear

Unas cuantas cicatrices más

Estoy a punto de que acabe mi metáfora: la cicatriz solitaria del lado del corazón. Será hora de crear otra poesía. O bien, de aceptar que la salud es como es: un amante despechado que nos mantiene siempre bajo amenaza.

Tormenta

Qué belleza hay en la electricidad que abre con su filosa navaja una herida en el cielo, qué conmovedora la luz que sangra en medio de la oscuridad, qué dulzura hay en la amenaza que se yergue como una serpiente furiosa ante nuestra templanza. Mirar de frente la amenaza nos hace superiores a ella, permanecer en la intemperie nos trae la paz que no tiene quien posa su cabeza en alguna oscura cueva, caminar en calma cuando la lluvia acecha y latiguea con su frío nos da poder sobre las tormentas. Míralo en el cielo , hoy abiertas sus entrañas; mañana, un perfecto azul, eterno.

Silencios y presencias

Por la mañana en casa hay silencio. Una luz amarilla en mi habitación. El reloj inclinado para que el on no se haga off . El libro, la vela, el vaso de agua. Mi cama destendida sólo de un lado. El albornoz de felpa para después de la ducha. Y el silencio. Ese silencio que es más silencio cuando corre el agua sobre mi cuerpo. Cuando salgo en pantuflas del baño y me asomo a la habitación de mi hija y ella sigue durmiendo. Silencio cuando pongo el café en la cafetera italiana. Más silencio cuando su chillido y olor irrumpe en la nada. En mi casa hay un silencio que resguardo y amo. Un silencio que hoy fue interrumpido por un chocar de cuchillas. Entre las cortinas de la cocina vi unas manos morenas y callosas recortando la bugambilia. Un hombre silbaba tras la ventana. Una mano manipuló la cerradura de la puerta y entró ella, Ana, como cada día desde hace 10 años, para ayudarme a llevar la casa. Y ese espacio silencioso y solitario que es mi hogar, se fue llenando de sonidos y presencia

La Virgen del Cojo

De un jalón de brazo interrumpe mi ensimismamiento en la Plaza Mayor de Salamanca: ¿Eres americana, maja? Ya entonces sabía que por el hecho de ser de la vasta América, para los españoles yo era americana. Acepto. Y luego viene el interrogatorio. ¿Venezolana? No, mexicana. ¡Ah! A mí me encanta América, y qué decir de tu país Venezuela. Dije México. ¡Tuve muchos pretendientes venezolanos!¡Guapos y ricos! Qué bien, pero aclaro, soy mexicana. Ah, sí, es que se nota que no eres de aquí. Aunque uno nunca debe dejarse llevar por las apariencias... En ese momento decido observarla mejor. Se trata de una mujer elegante, con el cabello rubio y peinado con rulos hacia atrás y un collar de perlas auténticas. Buena apariencia. Mira, ¿ves ese balcón? Ahí mismo hace años, tú ni nacías, estuve al lado del Generalísimo Franco. La gente le aplaudía a él, era muy querido aquí, pero lo que la gente en realidad gritaba era: ¡Ala! Y quién es esa chica rubia que está al la’o del Generalísimo? ¿Es alemana, i

Mis Obsesiones

Siempre digo que mi familia y mis amigos se conocerán hasta el día de mi funeral. Esto debido a: 1. Que tengo una obsesión por mi funeral. No en la logística, en los últimos deseos ni en qué versión quiero ser muerta. No me importa que no vayan a mi cumpleaños (es el 1 de enero y entiendo la dificultad), pero no seré igual de tolerante con mi funeral: ahí los quiero a todos. Dije TODOS: amigos y ex amigos, hija y sus amigos y los padres de sus amigos, ex marido, su familia y su ex mujer (de ser posible), ex novios y pretendientes eternos, familiares cercanos (lejanos no, porque dicen que todos los Mendívil somos parientes y no me gustan los rollos masivos), jefes y ex jefes, compañeros y ex compañeros de trabajo. Cuando me he separado de alguien, siempre la frase de epitafio es: ¿Irías a mi funeral? En esos momentos habrá quien ponga cara de ¿? , pero, la neta, nunca dicen que no. 2. Mi familia es un poco ermitaña. Los Mendívil sólo se llevan con Mendívil, dice la leyenda. Y mis amigo

Cartografías

E imagino ese día, en que una persona sola se colocó frente al horizonte, levantó su dedo y dibujó en el aire las líneas divisorias: Yo te nombro mío. Yo te nombro ajeno. Yo te nombro patria. Yo te nombro extranjero. Yo te nombro amor. Yo te nombro enemigo. Y atestiguo cuando llega esa tormenta de arena, y vuelve a borrar las líneas divisorias, y uno agradece el caos y se adentra en él, se arremolina, se deja llevar e invadimos la patria y damos la sangre por lo ajeno; y nos ponemos el nombre extranjero y deshonramos el propio; y uno deja de ser quien es. Hasta que alguien apunta con el sol frente a los ojos, como la lámpara de un verdugo, y nos obliga nuevamente a levantar el dedo y dibujar las líneas divisorias. Y uno desea de nuevo la tormenta, para olvidar las fronteras y ser sólo remolino, un puño de arena abierto en la entraña del caos.

Dolor

Tengo mis técnicas para manejar el dolor. Cuando de repente me encuentra a la intemperie, como si lloviera sobre un coche convertible, enseguida me cubre una capota que me protege y aísla. Es un blindaje que me hace sobrevivir con un confortable estoicismo. Otras veces, esa capota no aparece por más botones que intente accionar. Entonces no queda otra opción más que ésta: escribir. El dolor que me ha agarrado con fuerza en mi interior, sale entonces, como la piedra enlodada de la profunda oscuridad de una mina. La pongo sobre la mesa. Y una vez afuera, la pulo hasta que se convierte en una extraña piedra, extraña a mí, extraña a eso que se llamaba dolor y que ahora es sólo palabra.

Úsese fácilmente

Los objetos que tienen alguna muesca , indican por dónde deben ser tomados, manipulados, movidos, usados. La vida va dejando también en nosotros muescas, que los demás detectan fácilmente, para tomarnos, manipularnos, movernos, usarnos...

Código roto II

En algún lugar deben enseñar a amar y cortejar. En un lugar que está más allá del hogar materno. En algún lugar las mujeres aprenden cómo tensar la relación, cómo provocar el deseo, cómo aparentar indefensión clamando la mano protectora del caballero. En algún sitio las mujeres aprenden a celar, y a ser celadas; aprenden cómo resistir a buscar al otro para más bien ser procuradas y casi perseguidas. Debió haber sido en algún lugar que yo no frecuenté. ¿Dónde puede ser? Últimamente tengo mi sospecha que se trata del baño de mujeres, donde las chicas hablan de sexo, de novios y fuman. De sexo hablaba con mi hermano Jorge , mientras me llevaba en su coche a la escuela. Yo trataba de no abrir la boca cuando me sorprendía algo. En cambio levantaba las cejas y asentía entornando los ojos como demostrando mi amplio criterio y conocimiento. Cuando tuve novio, estaba muy lejos del baño de mi escuela, de mi ciudad y por supuesto de la influencia de mis amigas, quienes me confirmarían cuándo enoj

Las mujeres y el mar

Fui al mar pero no vi el mar. Vi a las mujeres mirando el mar. La mujer que tenía 20 de no ver el mar y que entre labios murmuraba una emoción indescifrable para mí. La mujer vestida de novia que veía abrirse un nuevo cielo sobre el vientre liso e indomable del mar. La mujer que enmudeció por un derrame cerebral, deseando que el mar se derramara en sus pies niños, recogidos en la silla de ruedas. La mujer que desde el muelle llamaba a su amada en la distancia, porque nunca habrá boda que las una, ni boda donde puedan bailar como pareja enamorada. La mujer que en un arrebato de libertad tomó su auto para bailar sola en la arena. La mujer que en la noche se retiró a meter los pies en el mar, y a observar a todas las mujeres mirando el mar.

Fuera de contexto

La sensación al ver a ciertos personajes fuera de contexto, es lo más parecido a mirar la desnudez. Así me sucedió cuando un domingo encontré en el supermercado al impecable capitán de meseros de un restaurante al que era asidua, vestido con una camisa hawaiiana y con un arete brillante en su oreja izquierda. O a la acortonada conductora de televisión sin maquillaje y con unos pants en una taquería. 1. Así sucedió con el joven que estuvo viniendo a casa a reconfigurar la internet en mi vieja mac. No fue fácil la odisea. Su compañía Omnired había sido absorbida por Terra; y si pocos saben entenderse con una mac, ¡muchos menos con una mac vieja! La charla empezó profesional. Ante la incertidumbre laboral -¿realmente les daría Terra un contrato definitivo?-, empezó a vender equipos, y me ofrecía una PC con la cual no iría a contracorriente. Y devino, inexplicabemente, en su vida. “Aconséjeme, ¿cómo le hago para entender a mi novia? Estoy loco por ella; no hago otra cosa más que escribirle

Los Jotas

JB me pregunta si vale la pena seguir con su blog , seguir en el blog, seguir con los blogs. Yo no puedo hacerme esa pregunta sin cuestionarme si vale la pena escribir, si vale la pena la literatura. Y como ya no me cuestiono eso, simplemente ocupo mi energía en escribir, mejor veo a JM quien me dice que no sabe por qué, pero para él la literatura está por encima de todo en su vida. Envidio su pasión, pero como no me cuestiono más el tiempo y la pasión que me ocupa la literatura, y simplemente escribo, vuelvo a ver a JB. Para cuando lo hago, JB ya volvió a creer en los blogs y ¿en la escritura? De esa no ha dudado demasiado, creo. JC está en la ciudad, me invita a unas cervezas. Y sé que cerveza no es sólo una bebida burbujeante con fermento de cebada. Sé que cerveza significa vida, reflexiones, amistad, divagaciones, risas, complicidad, recuerdos, una larga amistad. Estamos frente a la ventana que da a la plaza, lustrosa y espléndida bajo las farolas y los vientos locos de marzo. Y J

La caída

Leo el titular del día: Cae avioneta cerca de Guaymas . Inmediatamente pienso en mi padre y en mi hermano, quienes vuelan. Pero en el mismo momento caigo en cuenta que mi padre está retirado, y mi hermano ya no vuela en el Valle de Guaymas. Es mi hermano Martín que ha salido de mis recuerdos, y que a su modo me guiña desde donde está, como siempre lo hacía: sacando la lengua y diciéndome brujita . Hoy hace 20 años que las palabras de ese titular se volvieron un caos en mi vida (un caos que aún intento ordenar): accidente, hermano, muerte, nunca, dolor, sangre, ausencia, luto. No sólo vi la muerte ante mis ojos. Vi la forma en que cada uno de mis hermanos y padres enfrentaron la muerte. Decidí un papel de testigo, relatora. Y decidí que viviría rápido, porque la muerte nunca saca cita. A 20 años, las cosas son tan diferentes, y a la vez tan iguales. Persiste ese vértigo que se siente ante el precipicio de la muerte, saber que nunca más recuperarás a alguien, que la vida abandona el cue

Cicatrices

Sólo tengo tres cicatrices en mi cuerpo. Cada una de ellas parece el grabado de una experiencia indeleble en la caverna de los recuerdos. Mi pie. Tenía 4 años. Y era un títere entre las manos de mi hermano de 7 (a esa edad, toda una figura a ser admirada), y las de mi vecino Oscarito, de 3 años, con quien me desquitaba de la autoridad de mi hermano. -Mira, Oscarito, ahora te demuestro que mi hermana sí es la mujer biónica. -No creo, la mujer biónica sale en la tele, y es rubia y no es niña. -Ah, es que ahora fabrican mujeres biónicas de todas edades. -No creo. -Pues ya verás. Yo oscilo hipnóticamente entre uno y otro. Ahora mi hermano al fin se dirige a mí. -A ver, demuestra que eres biónica.... Eh... Salta “eso”. “Eso” era una varilla de 30 cm donde atábamos a nuestra perra Natacha ocasionalmente. No discutí. Me alejé unos pasos para tomar vuelo, porque de lo que sí tenía conciencia era de la escena que tenía que representar: el drama de una mujer con un mecanismo interno

El hombre de verde y el pesimismo

Cada tres meses llega a mi oficina, con recibo en mano para cobrar mi suscripción a un periódico español. Tiene una apariencia difícil de olvidar. A pesar de sus sesenta y algo años, aún se conserva apuesto. Tiene el cabello blanco peinado cuidadosamente hacia atrás, siempre está vestido de verde pistache (camisa y pantalón), sus ojos son verdes y el recibo también. La mirada es aguda, y su ceño posee una afectación que me incomoda. Parece un maestro severo de los años cincuentas. Trato de pagar rápido, no hablar mucho con él. Pero de un tiempo a la fecha, se sienta (sin ser invitado) frente a mi escritorio; se recarga en la silla, coloca el pequeño maletín en su regazo, y empieza con parsimonia una conversación que parece continuar de otro día. Ayer llegó como un agorero del mal ; a las 10:00 am estaba yo haciendo un recorrido por los caminos más pesimistas de su mano, como un Fausto decadente llevándome a su infierno. Empezó hablándome de su repartidor (a éste lo veo todos los l

La muerte de los locos

Intentaba bajar del carro unas cajas que debía llevar a mi oficina, cuando veo acercarse a un joven. Se veía aseado y saludó educadamente: ¿Le ayudo a bajar las cosas, muchacha, y me da una ayuda? Mi desconfianza hacia los desconocidos, y un chocante orgullo que por desgracia he desarrollado, me hizo pensar en un no gracias terminante. No tuve una oportunidad rápida de hacerlo, lo que siguió me dejó muda, tratando de conectar la apariencia de ese joven, sus palabras, con mi intuición y habla. Él siguió con su ofrecimiento: —Verá usted, es que soy hijo de Dios (Pensé: cristiano protestante ). —Yo estuve en la cárcel, en el CERESO (Pensé: hombre en superación ). —Vivo de pedir dinero a cambio de ayudar a la gente, en lo que necesite (Pensé: Vale, dejaré que me ayude ). —Necesito dinero porque yo me morí en el CERESO (Pensé: ¿Puede repetir eso, por favor?). —¿Se acuerda del motín? Yo fui el último al que mataron, al que dieron 7 puñaladas contra la pared (Pensé.... Bueno,

Equipatas

¿Por qué cuando necesitamos sol para repiquetear el año que recién nace, sólo viene la lluvia? Quizá para que veamos el cielo de ayer: un muro sombrío, despiadadamente metálico, invadido por las ráfagas doradas de un sol que reina sobre azules, nubes, metales, cerros, techos, cabelleras... Y su corona, en arco multicolor, ciñendo las sienes del universo.