Nunca puedo prescindir de la música para escribir. La música me acompaña, me inspira, deja mi conciencia a merced de otro ritmo, otro proceso, otra atmósfera. Ahora escucho música japonesa. Mientras las unidades melódicas , digamos, de la poesía japonesa son breves, en la música son más largas. Pero sus instrumentos tradicionales generan sonidos acordes con la naturaleza. Escuchar música tradicional japonesa y cerrar los ojos es escuchar el goteo del agua en los estanques apacibles, los pasos de pies menudos y ligeros sobre piedras redondas, el viento a través de los juncos.
Lo que ando incubando