Tengo mis técnicas para manejar el dolor. Cuando de repente me encuentra a la intemperie, como si lloviera sobre un coche convertible, enseguida me cubre una capota que me protege y aísla. Es un blindaje que me hace sobrevivir con un confortable estoicismo.
Otras veces, esa capota no aparece por más botones que intente accionar. Entonces no queda otra opción más que ésta: escribir.
El dolor que me ha agarrado con fuerza en mi interior, sale entonces, como la piedra enlodada de la profunda oscuridad de una mina. La pongo sobre la mesa. Y una vez afuera, la pulo hasta que se convierte en una extraña piedra, extraña a mí, extraña a eso que se llamaba dolor y que ahora es sólo palabra.
Otras veces, esa capota no aparece por más botones que intente accionar. Entonces no queda otra opción más que ésta: escribir.
El dolor que me ha agarrado con fuerza en mi interior, sale entonces, como la piedra enlodada de la profunda oscuridad de una mina. La pongo sobre la mesa. Y una vez afuera, la pulo hasta que se convierte en una extraña piedra, extraña a mí, extraña a eso que se llamaba dolor y que ahora es sólo palabra.
Comentarios
Las cosas suelen cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
Besitos farsante
Gracias!