Este domingo fue cumpleaños de Javo, y todavía así nos reunimos insensatamente a las 6:30 pm para tener nuestra sesión de Taller.
Le tocaba a la novela que estoy trabajando. Admito que estaba nerviosa. Mucho. No pude apachurrar con la enjundia debida a Javo. Bastante apachurrado estaba mi ánimo. Bien dicen que yo lloro antes de que me peguen. Pues sí: estaba ya abolladísima antes de que me aplastaran.
La buena noticia es que no me aplastaron. ¿Lo que ahí se dijo? lo guardo herméticamente, pero no deja de ser muy revelador el ejercicio de someter a otros ojos, otras lecturas.
Regresé con ánimo a casa. Después de hablar con el dueño de la cocina blanca donde reflexiono sobre mi novela; después de escuchar a mi hija, testigo del taller, decirme: “Me siento muy orgullosa de ti, mami”; y después de apachurrar a Javo (ah, muy bien apachurrado, que 24 años ya pintan).
PD: Javo, me has dejado abollada, ¿qué hacer?
Le tocaba a la novela que estoy trabajando. Admito que estaba nerviosa. Mucho. No pude apachurrar con la enjundia debida a Javo. Bastante apachurrado estaba mi ánimo. Bien dicen que yo lloro antes de que me peguen. Pues sí: estaba ya abolladísima antes de que me aplastaran.
La buena noticia es que no me aplastaron. ¿Lo que ahí se dijo? lo guardo herméticamente, pero no deja de ser muy revelador el ejercicio de someter a otros ojos, otras lecturas.
Regresé con ánimo a casa. Después de hablar con el dueño de la cocina blanca donde reflexiono sobre mi novela; después de escuchar a mi hija, testigo del taller, decirme: “Me siento muy orgullosa de ti, mami”; y después de apachurrar a Javo (ah, muy bien apachurrado, que 24 años ya pintan).
PD: Javo, me has dejado abollada, ¿qué hacer?
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