Este domingo los vi: nos sentamos en la alfombra ante una mesa con comida para picar, copas de vino, cervezas oscuras. Y Alfonso, Letty, Manuel, Aurora y yo estábamos ya hablando como si nunca se hubieran ido. O sí, como si se hubieran ido y hubieran regresado, y tuviéramos muchas cosas que hablar. Hasta medianoche, sin importar el trabajo del lunes, nos despedimos, pensando que con razón los extraño tanto.
Ceci de mi alma, Cuando leas esto ya tendrás 12 años. Una edad en la que las artes de la magia se convierten en empeño, esfuerzo, sabiduría forjada cada día, conciencia. Y eso te pediré hoy: un poco de magia para que me hagas estar contigo en ste momento, para que me sientas en tu corazón y en tu mente con la claridad con que me ves cada día a las seis de la mañana en la cocina, preparando todo antes de que te vayas a la escuela. Aunque, estando tan modorras, ¿podemos vernos con claridad? Mejor: con la claridad con que me ves cuando regresas de la escuela y me cuentas lo que pasó, mientras la comida termina de prepararse, y el celular suena y suena y suena con mensajes y el trabajo interminable, que tr fastidia un poco. Hay una escritora que dice que de alguna manera las mamás nunca podemos separarnos del todo de nuestras criaturas, porque hemos estado tan unidas una en la otra, desde el inicio de la vida, que es imposible. Y así como el misterio inicia, gestándose en el vientre
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un abrazote, manu.