Porque es 15 de octubre. Y era de madrugada cuando ella se fue. De la mano de Santa Teresa por el flanco derecho, de la mano de Santa Edith Stein por el flanco izquierdo. Con sus hijos y su marido rodeándola.
Y cada 15 de octubre solíamos encontrarnos todos en misa, para recordar ese desencuentro que es la muerte de alguien querido. Y que en realidad es el encuentro con la vida propia y la que compartimos a pesar de esa ausencia vital.
Hacía años que no pasaba. Voltear al lado y encontrar a un hermano. Voltear a la banca de atrás y ver a otro. Sumando sobrinos. Esos que sí lograron conocerla, y correr alborotados a su alrededor cuando la silla de ruedas fue necesaria. Fugazmente.
Y aunque evito escribir aquello que no se liga de alguna manera a mi proceso de escritura, la muerte de mi madre y también la de mi hermano están enraizadas en mi mano, en mi escritura. Es parte de esa red de venas que se me abultan sobre los tendones.
Pero así como escribo, vivo. Y sí, eso pasó hoy: es 15 de octubre y fui a misa.
Comentarios
Un abrazo.
Eidania.
Me hizo bien escribirlo. Y me hace bien tu visita :D
Un abrazo, Eidania.
Gracias por las palabras :).
Aquí seguimos,
Eidania.
¡Saludos!
Saludos!
Eidania
¡Un abrazo!
Un abrazo!
Eidania.
Y yo te averiguo con la distribuidora :D Y a ver cómo lo hacemos llegar a Sinaloa :D
¡Saludos!
Abrazos :D