Amo a mis hermanos y no imagino cómo podría ser la vida sin los recuerdos de infancia que con ellos tengo y todas las vivencias que nos han templado en el dolor compartido.
Además, les debo lo mejor: a mis sobrinos. En las reuniones familiares yo prefiero estar con ellos. Ver cómo han crecido desde aquellas manías y lenguas de trapo con las que se expresaban, hasta llegar a desplegarse como hoy: chicos universitarios, profesionistas, adolescentes, preadolescentes, o un flaquito pecoso que pronto perderá el trono del más pequeño de la familia.
Este sábado mis sobrinos me organizaron una de las fiestas más bonitas que he tenido. Una fiesta sorpresa al final de cuentas, porque a todos nos sorprendió: ellos tomaron la batuta, ellos decidieron, ellos planearon, ellos dirigieron los juegos y la logística.
Y fue de lo más divertido que nos ha tocado vivir juntos como familia. La familia ya está en manos de ellos, ya tiene la fuerza y el impulso de ellos. Y la van transformando con una alquimia especial: si antes nuestro espíritu festivo era débil, ahora lo tenemos gracias a ellos; si antes el carácter reflexivo se imponía al lúdico, ahora es al revés; si las formas sencillas antes predominaban, ahora brilla el encanto, el detalle, lo exquisito y la irreverencia fina.
Es bello vivir esto justo en vísperas del cumpleaños del primer sobrino de la familia: sus 24 años. No hay mejor manera de celebrar una vida nueva, que ésta: celebrando la existencia de mis sobrinos, su generosidad, su alegría, su apertura a la vida.
Gracias, Roque, Jhovanna, Leslie, Lineth, Rocío, Juan, José Pablo; y también Jorge, Paulina, Andrés.
Comentarios
:D
Cloc, psss
Y lo mejor, ser una gran familia unida;
Abrazos Antonieta,
¡Un abrazo!
Un afectuoso abrazo!