Creo que extraño el taller. Contar con un grupo de compañeros para que lean lo que voy escribiendo y me den referentes sobre mis palabras: errores, aciertos, lugares comunes, omisiones, debilidades, fortalezas. Amigos con quienes no sentirme sola en este peregrinaje a oscuras que es la escritura. Colegas que me presten sus ojos para ver desde otra mirada y conciencia mi prosa.
Extraño a Javo y su perenne escepticismo y sus referencias constantes a Vargas Llosa
Extraño a Letty con su sentido de unidad y visión profunda, para terminar siempre sus sugerencias con un: sí, pues.
Extraño a Joso con su parsimonia y esas lecturas con el otro lado del cerebro (no sé cuál, pero siempre era otro).
Extraño a Alfonso, con su agudeza, honestidad, y el gran poder que tenía para desarmar soberbias, orgullos, apegos, querencias.
Extraño a Manuel con su lectura madura, respetuosa, de largas andaduras por estas faenas.
Extraño a Aurora, la arquitecta y miembro adoptada, buena lectora y carisma que animaba al grupo.
Les podría hablar entonces de las tres líneas narrativas, de mis miedos, de mis dificultades, de las luces que creo ir encontrando a ciegas.
Extraño a Javo y su perenne escepticismo y sus referencias constantes a Vargas Llosa
Extraño a Letty con su sentido de unidad y visión profunda, para terminar siempre sus sugerencias con un: sí, pues.
Extraño a Joso con su parsimonia y esas lecturas con el otro lado del cerebro (no sé cuál, pero siempre era otro).
Extraño a Alfonso, con su agudeza, honestidad, y el gran poder que tenía para desarmar soberbias, orgullos, apegos, querencias.
Extraño a Manuel con su lectura madura, respetuosa, de largas andaduras por estas faenas.
Extraño a Aurora, la arquitecta y miembro adoptada, buena lectora y carisma que animaba al grupo.
Les podría hablar entonces de las tres líneas narrativas, de mis miedos, de mis dificultades, de las luces que creo ir encontrando a ciegas.
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¡Abrazos!