7:30 am, Banco de Sangre del hospital del DIF, para donación a Ana.
Tengo mi turno: número 21. Ana y yo hablamos de cómo oganizarnos ahora que ella convalezca. Qué haremos con la casa, la ropa, la comida, Rabito, mis viajes. Número 21, gritan. Ahí voy, al túnel de los peros.
Pero #1:
Que no tengo el peso adecuado, que estoy muy flaquita. Les aseguré que sí, ellos insistían en que no. Tuvieron que pesarme: qué engañosita, me dijeron. Y yo: ups, ¿peso 62 kilos? ¿dónde están?
Pero #2:
Que estoy enferma, porque estornudé una vez (sí, un achú aislado). Les dije que no, que me dio frío ahí adentro, que es alergia en la mañana. Me dijeron que no debo estar tomando medicamentos, les aclaré que no tomo más que vitamina E. Concluyeron que si estornudaba otra vez, me sacarían.
Pero #3:
Que no se me ve la vena. Le pedí que apriete más. Me contestó que no es eso, y yo que sí, que sí, que apriete más y le muevo la mano, como si bombeara.
Pero #4:
Que ahora sí se ve, pero la aguja no cabe por ahí. Y yo, ¿cómo que no? Y ellos aseguraron que no. Me enseñaron la aguja y pienso que es broma: es del grosor de un clavo.
Me levanté de un brinco. No discutí. Fui con Ana. Cuando le iba a dar la noticia negativa, me topé adelante de nosotras con un hombre que le anunciaba a su esposa que no aceptaron su sangre por dar positivo a cocaína. Ella llora, le recuerda que juró que si volvía a caer, lo dejaría. Ella se va, con un bebé en los brazos. Él agacha la cabeza.
A Ana le posponen la operación para enero. Me pregunto qué pasará con el enfermo que esperaba la sangre de ese hombre que dio positivo a cocaína. Me pregunto qué pasará con esa familia.
Tengo mi turno: número 21. Ana y yo hablamos de cómo oganizarnos ahora que ella convalezca. Qué haremos con la casa, la ropa, la comida, Rabito, mis viajes. Número 21, gritan. Ahí voy, al túnel de los peros.
Pero #1:
Que no tengo el peso adecuado, que estoy muy flaquita. Les aseguré que sí, ellos insistían en que no. Tuvieron que pesarme: qué engañosita, me dijeron. Y yo: ups, ¿peso 62 kilos? ¿dónde están?
Pero #2:
Que estoy enferma, porque estornudé una vez (sí, un achú aislado). Les dije que no, que me dio frío ahí adentro, que es alergia en la mañana. Me dijeron que no debo estar tomando medicamentos, les aclaré que no tomo más que vitamina E. Concluyeron que si estornudaba otra vez, me sacarían.
Pero #3:
Que no se me ve la vena. Le pedí que apriete más. Me contestó que no es eso, y yo que sí, que sí, que apriete más y le muevo la mano, como si bombeara.
Pero #4:
Que ahora sí se ve, pero la aguja no cabe por ahí. Y yo, ¿cómo que no? Y ellos aseguraron que no. Me enseñaron la aguja y pienso que es broma: es del grosor de un clavo.
Me levanté de un brinco. No discutí. Fui con Ana. Cuando le iba a dar la noticia negativa, me topé adelante de nosotras con un hombre que le anunciaba a su esposa que no aceptaron su sangre por dar positivo a cocaína. Ella llora, le recuerda que juró que si volvía a caer, lo dejaría. Ella se va, con un bebé en los brazos. Él agacha la cabeza.
A Ana le posponen la operación para enero. Me pregunto qué pasará con el enfermo que esperaba la sangre de ese hombre que dio positivo a cocaína. Me pregunto qué pasará con esa familia.
Comentarios
Pero es una joda encontrar donador. Ya hemos llevado 8 y nada.
No medicamentos, no azúcar, no desvelos, no anemia, no más de 65 años, no menos de 20, ni menos de 60 kilos... Y venas amplias, como para que queda un clavo.
En fin. Ojalá alguien se apunte.
Suerte y corro la voz.
:-)