Que para escribir necesito soledad. La desearía, desearía también escribir. Pero el asunto es que no hay un resquicio de soledad.
Mi vida está llena desde que amanezco hasta que duermo. Pasa que la vida transcurre plena, en el calor, la alegría y el remanso que es él; en el torbellino y desafío que es mi adolescente Mariana; la ternura y curiosidad que me inyecta Mateo hacia él, su mundo, el mundo; el amor burbujeante y lleno de risa y sorpresa y vértigo ante la vida del que me desborda Cecilia.
No hay soledad. No hay vacío. No hay ocio. No hay tiempo. No hay razones más fuertes para escribir. Lo necesito, pero hay necesidades más imprescindibles ahora: ellos, todos ellos.
Mi vida está llena desde que amanezco hasta que duermo. Pasa que la vida transcurre plena, en el calor, la alegría y el remanso que es él; en el torbellino y desafío que es mi adolescente Mariana; la ternura y curiosidad que me inyecta Mateo hacia él, su mundo, el mundo; el amor burbujeante y lleno de risa y sorpresa y vértigo ante la vida del que me desborda Cecilia.
No hay soledad. No hay vacío. No hay ocio. No hay tiempo. No hay razones más fuertes para escribir. Lo necesito, pero hay necesidades más imprescindibles ahora: ellos, todos ellos.
Comentarios
Trabajo desde hace 21 años en El Colegio de Sonora con Inés Martínez de Castro, alguna vez te conocí por aqui :D hace ya muchos años. Saludos, me llamo Orfilia Arvizu
Un abrazo y salúdame a Inés.
Sale, saludos, te seguiré leyendo y disfrutando :D