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Mostrando las entradas de enero, 2014

Aquí está

Es la primera vez que trabajo así una novela: por partes separadas. Aunque la trabaje como un tejido a tres hilos, voy combinando y tensando desde un principio la trama de colores. Ahora tengo las partes, una más desarrollada, otra avanzada y una apenas incipiente y un poco a ciegas. Y he llegado a ese punto en que ya no puedo avanzar; necesito empezar a jugar con el tramado de colores. Pero había un gran obstáculo: me hacía falta un libro de Elías Trabulse,  Ciencia y religión en el siglo XVII.  Y no les contaré cómo, pero aquí lo tengo. Baste decir que él se ha encargado de que esté aquí. Bueno, no aquí, sino en el estudio (recuerden que tengo mi mesa de trabajo en la habitación). Ahí está: acomodado cuidadosamente en el librero, con un montoncito de fichas bibliográficas encima para tomar notas y una pluma. La idea es, en las madrugadas, sentarse ahí, en el sillón cómodo, con mi termo de café, echarme una manta encima y leer y tomar notas, y dejar que ese tercer hilo empiece

En sus marcas... ¿listos?

Aún no del todo. Pero ya se gesta el relanzamiento del Taller que tuvimos un grupo de amigos. Un poco a distancia, un mucho virtual. Pero siempre es estimulante hablar de la escritura, mostrar los andamios y detectar ahí fallas. Envidio a los creadores que pueden hacer obra en equipo o atestiguarse. Y el reducto que nos queda a quienes escribimos es este: el taller. Estamos apuntados Carmen Leticia Espriella, Manuel Llanes y yo.

¿Recuerdan a Ana, doña Ana, nuestra Ana?

Pues hoy cumple años. No sé cuántos. No importan cuántos. Sólo importa que su vida también se ha movido: ha dejado de trabajar desde que me fui de Hermosillo; y ahora vive con su galán, un señor viudo que la lleva a pueblear,  su mayor placer. Siempre la recordaré como una madre prestada. Alguien que hizo mi vida muy sencilla. La extraño. Feliz Cumpleaños, Ana .

Otros tiempos y mi escritura

Manuel Llanes me realizó esta entrevista   que da un recorrido por mi escritura, pero se detiene de manera especial en Otros tiempos , a la cual incluye en su ensayo La verdad maltrecha  sobre literatura sonorense inscrita en la ciencia ficción.

La pérdida

Ayer aterrizó en el jardín de casa un globo que iba dirigido a los reyes: era morado, con unas alas de esponja pegadas, una viñeta impresa de los tres reyes magos; y colgando de un hilo, la carta. Pedía a los "queridos reyes" un nenuco y una tablet. Seguramente los padres de esa niña habían leído la carta, y con suerte pudieron cumplir por lo menos con parte de la carta. Pero entré en el mismo sentido de urgencia como si la fatalidad hubiera llegado a la casa de esa niña, dejándola sin regalos por el naufragio del globo en mi jardín. Por más que me repetía y convencía de que soltar los globos son actos simbólicos que nos hemos inventado los padres, sentía compasión por la niña. Sentía que algo se había perdido. Es un pensamiento fatalista y oscuro que está siempre como humus en mi vida. Las pérdidas dejan su impronta.

Terruño

Acabo de regresar de Sonora. En estas vacaciones tuve sentimientos de estar escindida. Hay dolor de saber que Sonora ya no es mi mundo, que mi mundo ahora está en el DF, pero es un mundo que recién nace, con escasos recuerdos y con un camino por delante que hay que desbrozar día a día.  En Sonora está mi historia, mi familia, mis amigos, la raíz de mis proyectos y logros.  Me siento a mitad de un puente.  Pero quizá en este viaje di un paso adelante: sentí mucha alegría de volver a casa; me sentí nuevamente en mí.