Mariana nació con los ojos abiertos. Ese ser apacible en mi vientre despertó como un meteorito que se estrella contra la tierra, como un volcán que estalla en furia y lava, una tormenta eléctrica que vuelve incandescente a la noche. Nació sabiendo que a este mundo no se viene con tibiezas, con medianías, con miedos, con voces quedas, con miradas de reojo. A esta mundo se viene para verlo de frente y con ojos alertas, para hablarle sin titubeos y con disparos de verdades, se viene para romper lo que haya que romper y a rehacer algo nuevo con los retazos. A este mundo se viene a asomarse a los cráteres y a las bocas de los volcanes. Hace 26 años, con un grito de parto, Mariana nació.
Lo que ando incubando