Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de noviembre, 2011

FIL, ahora no

Desde el 2006 acudo año con año a la Feria del Libro de Guadalajara. Ahí han pasado muchos de los acontecimientos que han marcado mi vida: Ahí firmé el contrato con Almuzara para la publicación de Duelo de noche . Ahí me dictaminaron positivamente para la publicación de Llama . Ahí cerré el trato con Tusquets para A ras de vuelo . Ahí creció la amistad con él, ahí hicimos planes para el 2011: los que ya vivimos, y que ahora me tienen con el regazo ocupado con algo más que libros. Así que este año, no.

Flores, aretes y fecha

Mi editora me ha enviado un enorme ramo de flores blancas y los primeros aretes para Cecilia. Y también me ha dado una fecha tentativa de entrega. Desde entonces no dejo de pensar en la novela y de trabajar en ella en cuanto tengo resquicios de tiempo. Creo que me va muy bien trabajar bajo presión, con una fecha como mojonera. (Todo esto me hace sentir parte de una familia, me hace caer en cuenta que así es).

Hoy: Jornadas de Diseño Contemporáneo

En el Museo Nacional de Bellas Artes. Y ahí estará él: Ediciones de arte, tipografía e imagen corporativa Jaime Soler Frost Gabriel Martínez Meave Cristina Paoli Ricardo Salas Miércoles 23 de noviembre 16:00 a 18:00 PM

Daniel Sada

En este nido coinciden algunos lectores asiduos. Como Fred Álvarez. Hoy coincidimos en Daniel Sada. Hoy Fred, en cierta manera posteará en este nido, porque vale la pena; sí, aquí .

Odios

Siempre llega ese momento en que siento que odio lo que escribo. El momento en el que tengo perfectamente claro que quiero contar esa historia, pero no así. Y me doy cuenta que si escribo es porque quiero encontrar una forma de contar la historia. Que lo que me apasiona no es contarla, sino buscar cómo contarla. Y que en ello me apasiono, sí, me divierto, gozo. Ya me ha sucedido este malestar. Y he seguido escribiendo. Y luego he rehecho todo. Ya me ha pasado que en ese hastío y empeño por terminar de contar una historia encuentro el cómo hacerlo. Entonces vale la pena volver a empezar.

San Carlos

Fue ahí cuando decidí que quería escucharme, ser yo entre una familia abrigadora, mirar desde mis propios ojos y contar eso que veía. Hacía mucho frío, un 1 de enero. Estaba cumpliendo 14 años. El mar ahí, como en los inviernos, estaba de un color azul profundo, casi verde de brillante. Luego ese lugar me ha llamado una y otra vez. Para decidir dejar de tener miedo, para abrazar una vocación, para ahondarme en el silencio. Y también fue ahí donde me encontré con él y donde aprendí a ver con otros ojos mi propio paisaje. Ahora hay otros que coinciden con nuestro arrobo: San Carlos es imponente. Foto: Jaime Soler