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Mostrando las entradas de junio, 2015

Oh-Ho

Me he sentido muy cansada. Agotada. Estoy empezando a disminuir mis altos niveles de estrés. Estoy aprendiendo a controlarlo, mantenerlo a raya, sacarlo de mí. Ya he encontrado detonadores. Ya he aprendido a evitarlos. O a combatirlo cuando está ahí. Pero sin la adrenalina del estrés, mi cuerpo se cansa, se agota, no resiste igual. A pesar de eso, creo que prefiero (y quienes me rodean prefieren) una mujer cansada que una mujer estresada. Soy Marian, y confieso que he sido adicta a la adrenalina y al estrés.

Para mi padre, que nunca leerá esto

Él dice que se esforzó mucho mientras nos educó para mantenernos fuera de los peligros, y que ahora esta "cochina máquina" (puede traducirse como computadora y todas sus apps) nos expone a ellos. Por eso mi padre nunca leerá esto. Soy afortunada de tener un padre al que he visto crecer en muchos sentidos. Lo vi empezar desde abajo (incluso estuvo más abajo todavía cuando mis hermanos mayores eran pequeños), lo vi en su cúspide, lo vi sobreponerse poco a poco de la muerte de su hijo y de su esposa, empezar de nuevo y ahora disfrutar de su retiro. La mayor fortuna es haberlo visto crecer como padre, adaptándose a las nuevas formas de paternidad. Se ha vuelto más cercano, ha tendido más puentes de confianza, se ha vuelto dulce y expresivo, se ha ido maternalizando . Como los papás de ahora. Pero eso sí, nunca con computadora y "esas cochinas máquinas".

Proyectos en curso

Revisión de poemario para publicación. Escritura de relatos. Taller de narrativa. Lecturas y captura de fichas para la novela que está al 40% Lecturas sobre estética japonesa. Veganismo. Estar relajada. Más todo lo demás. (Imagen: obra de Chiharu Shiota )

72 (73)

Mi madre hoy hubiera cumplido 73 años, aunque ella hubiera preferido optar por la otra acta de nacimiento en la que le borraban un año. Me gusta recordar eso, porque ella siempre quería lograr lo mejor con la realidad que tenía enfrente: lo más optimista, lo más conveniente. Ella eligió el Antonieta de su acta de nacimiento más vieja, y la fecha del acta con el nombre que no quería. Esa era mi madre: la que elegía lo mejor de los mundos.

El lugar del crimen

"El asesino siempre vuelve al lugar del crimen" es una ley de criminalística. Pienso que todos hemos vivido una fisura, un corte, un asesinato en nuestra vida. Cuando mataron a la niña; o quizá no la mataron niña sino adolescente; o en algunos casos, tal vez el "yo" era ya anciano. El trauma que vivimos deja el cadáver, la fosa fúnebre, y no hacemos otra cosa que volver y volver y volver para ver al cuerpo del delito, el sitio donde lo intentaron ocultar, pero nosotros sabemos muy bien dónde está. Por eso algunos volvemos repetidamente a la niñez, otros a la adolescencia, otros a una adultez amarga o cínica, otros a la vejez desesperanzada. Ahí está el lugar del crimen, el lugar de nuestro crimen. Nuestro cadáver. Recuerdo esto al leer este texto de Patricia Highsmith sobre Tom Ripley. Por si lo quieren leer...