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Mostrando las entradas de diciembre, 2017

Antares, 30 años y hoy

Conocí a Antares en 1989, en la casa familiar de Adriana Castaños. Yo tenía 18 años, y para mí la reciente migración de Cajeme a Hermosillo era un enorme paso que, descubrí esa tarde-noche, nada se comparaba con el trasiego de la compañía entre el entonces D.F. y la capital de Sonora. Ellos preparaban La hermana bizca , así que la sala estaba llena de libros sobre Remedios Varo, y la reunión de investigación se convirtió en una tertulia sobre arte, sobre el quehacer, sobre la logística de una compañía. Con el tiempo me he dado cuenta que esa tarde que penetró efervescente a la noche, fue una de las experiencias que más marcó mi camino vital. Vi a artistas que investigaban, leían, discutían con sentido del humor, agudeza e inteligencia; artistas que no se cerraban a su disciplina. Conocí la decisión de pasar la mitad del año en Hermosillo en el tiempo de creación, para tener más tiempo y concentración, lejos del ambiente dancístico del centro, y de la vasta oferta cultural del D