Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de agosto, 2009

Como si

Hoy domingo comí sola. No comí como si estuviera acompañada. No comí como si... Comí porque yo. Porque soy. Porque me place comer. Abrí la mejor botella de vino que tengo. La que guardaba para cuando, por si. Puse a Coltrane. Y pensé que los placeres son personales. Algunos se comparten. Pero son personales. Soy yo la que disfruto la comida con mis papilas, con mi olfato, con mi vista. No con las de otro. Y pensé que escribir es así. El placer de encontrar las palabras para contar una historia, encontrar las estructuras para servirnos de ellas como de peldaños ascendentes. El placer de contar y ocultar. Ese equilibrio en un juego personal donde están en juego los límites propios. Luego esos placeres devienen en otros. Compartir: la comida, el vino, el placer, la escritura, la música.

Ortografía compulsiva

Desde hace más de un mes he dedicado casi toda mi jornada laboral a corregir textos. Intercambiar la v por la b, y la b por la v, la c por la s o la z, la y por la ll y viceversa, poner y quitar acentos, comas, puntos. Los punto y coma nadie los usa, así que más bien parece un capricho excéntrico distribuirlos entre la sintaxis, una mala costumbre en desuso. Por eso me he sentido acompañada, parte de una extraña estirpe y comprendida cuando leí esta nota. Ese frenesí que siento al corregir lo encuentro neurótico y, claro, patológico. Junto a la ira por faltas graves y pequeñas de ortografía, viene un placer al corregir, un placer casi sádico, debo reconocer. Las teclas del delete , del suprime , las flechitas para desandar el camino y volver a empezar sin error alguno son como pellizcones a todos esos malhadados que dejan en el mundo su basura gramatical y ortográfica. ¿Pero qué se creen? Esa compulsión por corregir y corregir me lleva casi a más allá de los confines de la pantalla y

Próximamente

Estoy en la recta final de la edición de andante26 , número 12 y tal vez el último número de esta etapa (esperemos que el esfuerzo siga). Lo dediqué a la nueva generación emergente de poetas: Julián Herbert, Jorge Ortega, Luis Jorge Boone, Amaranta Caballero, Rocío Cerón. Faltó María Rivera, que estaba invitada, pero por causas de fuerza mayor no pudo finalmente integrar el material. Y falta de mencionar a Adán Echeverría: como prenda de los poetas que siguen. Cada día me trae el gozo de leer sus trayectos poéticos , esculcar entre sus palabras, tratar de descifrar sus búsquedas, releer sus entrevistas, bucear en sus bio-bibliografías. Y recibir a otros caminantes: ensayistas, pintores, editores, escritores, historiadores que se unen al número. Antes de que inicie septiembre podrán ver la edición. Invitados están.

No hay nada como esto

-trabajar en pijamas con una compu (mi compu) más rápida -avanzar un 65% en mis faenas con letra palatino en 12 puntos justificada -después de decirle bona nit a su voz amodorrada y su risa nocturna con 2 horas de diferencia -después de acostar a mi hija con todo el ritual de tequieros -después de un caballito de tequila -y de sentir el cansancio hormigueando por mi espina dorsal No hay nada como irse a la cama cansada y contenta por lo trabajado. Herencias de mi padre.

De regreso

Un mes sobre piedra volcánica. Una mesa luminosa flanqueada por ventanales a oriente y poniente. Duraznos doblando los tallos suaves y flexibles. Café sonriente al abrir los ojos. Un mes para reconciliarme con mi novela. Para retomarla. Para no pensar que me cae mal sino que quiero proseguir y cumplir mi meta. Un mes de compartir Genji , la tv nocturna, las tres comidas, las caminatas, la manta que cubría nuestros pies. Un mes para que cueste más la despedida, el regreso, el verano sonorense, el bullicio, el pequeño patio encementado, la solitariedad, la distancia. Esa distancia.