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Mostrando las entradas de mayo, 2005

Código roto II

En algún lugar deben enseñar a amar y cortejar. En un lugar que está más allá del hogar materno. En algún lugar las mujeres aprenden cómo tensar la relación, cómo provocar el deseo, cómo aparentar indefensión clamando la mano protectora del caballero. En algún sitio las mujeres aprenden a celar, y a ser celadas; aprenden cómo resistir a buscar al otro para más bien ser procuradas y casi perseguidas. Debió haber sido en algún lugar que yo no frecuenté. ¿Dónde puede ser? Últimamente tengo mi sospecha que se trata del baño de mujeres, donde las chicas hablan de sexo, de novios y fuman. De sexo hablaba con mi hermano Jorge , mientras me llevaba en su coche a la escuela. Yo trataba de no abrir la boca cuando me sorprendía algo. En cambio levantaba las cejas y asentía entornando los ojos como demostrando mi amplio criterio y conocimiento. Cuando tuve novio, estaba muy lejos del baño de mi escuela, de mi ciudad y por supuesto de la influencia de mis amigas, quienes me confirmarían cuándo enoj

Las mujeres y el mar

Fui al mar pero no vi el mar. Vi a las mujeres mirando el mar. La mujer que tenía 20 de no ver el mar y que entre labios murmuraba una emoción indescifrable para mí. La mujer vestida de novia que veía abrirse un nuevo cielo sobre el vientre liso e indomable del mar. La mujer que enmudeció por un derrame cerebral, deseando que el mar se derramara en sus pies niños, recogidos en la silla de ruedas. La mujer que desde el muelle llamaba a su amada en la distancia, porque nunca habrá boda que las una, ni boda donde puedan bailar como pareja enamorada. La mujer que en un arrebato de libertad tomó su auto para bailar sola en la arena. La mujer que en la noche se retiró a meter los pies en el mar, y a observar a todas las mujeres mirando el mar.