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Mostrando las entradas de diciembre, 2011

Orden

Este año fue de romper paradigmas. Creo que cierto caos en mi vida, en mis rutinas, en mi creación, en mi cuerpo ha sido necesario para sacudirme, recrearme, revitalizarme y darme grandes regalos que nunca imaginé alcanzar: una familia con más de dos miembros, un estudio con vista a un jardín privado y arbolado, la editorial de mis sueños. Este nuevo año por llegar requiere concentrarse, reubicar las piezas que el caos sacudió. El 2012 necesita Orden. Orden en mis emociones, en mi rutina, en mi creación, en mis espacios, en mi cuerpo, en mis hábitos, en la logística familiar, en mis finanzas. Orden en mi espíritu. El orden me dará una fortaleza inquebrantable, una alegría apacible y profunda, austeridad en mis apetencias, una capacidad de dar y equilibrar; y tiempo suficiente para escribir, trabajar, trajinar, amar.

Adiós

Hoy recibí una tarjeta de despedida del Colegio Mayor "El Salvador" en Salamanca. De corazón, aunque no de facto, este fue mi Colegio Mayor mientras estudié Teología en España. Iba todos los domingos a misa con ellos, las comidas dominicales eran con ellos, viajaba con ellos, íbamos al campo a jugar futbol, los cumples de Mariana los celebrábamos ahí. Y se convirtieron en mi familia, en mis hermanos, en los tíos de Mariana. Y Juan Miguel, el rector, era el abuelazo, y lo sigue siendo. Se cierra un lugar para una teología profunda, enraizada en la realidad, en la libertad. Un lugar para las vocaciones tardías, para la interculturalidad; para el aprendizaje no sólo intelectual y de fe, sino sobre la sobriedad y generosidad vista desde el ejemplo mismo de su rector. En ese edificio con vecinos igual de generosos, con un piso que nos alojó en nuestro primer aterrizaje, quedará la impronta de tantos jóvenes cameruneses, guineanos, chinos, dominicanos, mexicanos, españoles, al

El tiempo determina

Había pensado presentar los personajes de la novela como esos diagramas de relaciones, e ir luego marcando gráficamente la manera en que se vinculan unos y otros, en líneas cada vez más intrincadas. Ese sería el diagrama de una paranoica que piensa que cada persona tiene algo que ver con otra y con otra y con ella misma. Ahora que por las más dulces razones mi tiempo se divide en unidades de 3 horas, he encontrado en esa forma de presentar a los personajes una solución para trabajar de manera concentrada en periodos con límites muy fijos. Tengo mucho tiempo para pensar; para repasar en mi mente cómo ir dosificando los personajes y las situaciones en las que se van envolviendo; para encontrar esas interrelaciones casi imperceptibles; y tengo poco tiempo para escribir largamente, para avanzar y avanzar y avanzar sin obstáculos. Avanzo, eso sí, y cada vez siento mi paso más firme.

Más para mi regazo

De la FIL él me ha traído: Un nuevo cuaderno del taller Ditoria Karada , de Michitaró Tada (Adriana Hidalgo Editora) El santo del monte Koya , de Izumi Kyóka (Satori) Es el libro de relatos de Izumi Kyóka el que me quema las manos por leer. Con permiso.