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Mostrando las entradas de febrero, 2015

Nuestro Aniversario

Si hay una foto que habla de nosotros es ésta. Ambos viendo. Ambos compartiendo. Ambos hablando. Ambos riendo. Ambos jugando, explorando, intercambiando. Ambos buscando nuevas perspectivas. Ambos viéndonos de esta y otra forma. Son siete años, más la suma de otros más, de amistad. Más de siete años de decir: encontré a mi alma gemela. Y que no sea una frase manida, sino una constatación diaria, agradecida. Gracias, Jaime, porque mi ambueza se desborda de todo lo que me das.

No Aniversario

Mañana se cumplen 30 años de que murió mi hermano. Tenía 21 años. Me parece increíble que hayan pasado tantos años y que parezca tan detrás de la ventana la imagen de mi madre destrozada, atravesando el jardín, para darnos la noticia. Mi hermana me dice: Es un niño. ¿Niño?, le pregunto. Y me lo recuerda: hoy somos mucho mayores que él, le doblamos la edad. Y caigo en cuenta que durante estos 30 años he sentido que nos ha acompañada y ha crecido. No lo pienso de 50 años. No, lo pienso como era él: un joven viejo, o un viejo en un cuerpo joven. Pienso en él como un hombre atemporal, pero que había devorado los años para poder irse de esta vida siendo veinteañero y pleno de experiencias. Y ahora pienso que quizá nunca fue un niño. Aún a sus tres años aparecía con ese gesto adusto, esos ojos profundos, de mucha vida interna. Después de que murió hice hasta lo indecible para tratar de prolongar su vida en mí, como revisar su ropa en el closet (sin tocarla, nunca pude volver a tocarla)

¡Mañana, Hermosillo!

Pongan mi nombre ahí, el viernes 27 de febrero, a las 6 pm, donde dice: conferencia magistral.

Pronto, en Hermosillo...

Heme aquí preparando la ponencia. Gracias a Josué Barrera y al ISC por la invitación.

NY II

Viajamos a NY en pleno escándalo sobre los políticos mexicanos con cuentas ocultas (y millonarias, si no para qué) en Suiza y el departamento del ex gobernador de Oaxaca,  José Murat, en uno de los edificios más caros de Manhattan. Recién dejadas las maletas, caminamos hacia Central Park, para respirar la ciudad, sentirla, antes de lanzarnos de lleno a sus museos. En el camino encontramos Sinagogas, el templo de la Cienciología, templos presbiterianos que anuncian en cartelera a sus predicadores y sus discursos, iglesias con un cartel por fuera que decía "black lives matter"; encontramos oficinas corporativas cuya azotea es imposible alcanzar con la mirada; en calles perpendiculares, vimos casas adosadas con breves escaleras hasta la puerta; edificios interminables que se construyen para alojar departamentos residenciales. Hasta que llegamos frente al monumento a Colón: en una esquina, el Museo del Diseño; en la otra, el edificio del departamento infame de Murat*. Las

NY I

  Llevé Fantasmas de Paul Auster para leer en mi viaje: parte de La trilogía de Nueva York , un volumen ligero, tan breve como conviene a unas vacaciones colmadas de actividad. Hace algunos años lo había leído. Pero la lectura no es igual cuando estás en el verano de Hermosillo, ciudad horizontal, donde todo mundo nos conocemos, a leerlo en esa ciudad llena de nieve, con edificios interminables, llenos de ventanas uniformes e impersonales. No es lo mismo la vida de Blanco, Azul y Negro cuando ves a tantos Blancos, Azules y Negros en la calle: gente que rehuye la mirada para disipar cualquier rasgo personal; gente vestida de negro hundida en sus abrigos, sombreros, gorros y bufandas, para homogenizarse a pesar de las diferencias raciales, sociales, religiosas y lingüísticas que conviven en las mismas calles. Desde la ventana de mi hotel era perfectamente imaginable un Azul en algún departamento anónimo de enfrente, con una vida vacía, sólo ocupada por los gestos espejo de Negro d

La caja enorme

Mi padre me cuenta que fue a ver 50 sombras de Grey , aclara que fue con engaños. Sea así o no, me da gusto. Veo a ese hombre que ha pasado de un pequeño ejido a ser ahora usuario de celular y un visitante asiduo al cine; que ha pasado de los valores rurales a asomarse a la ventana de otras mentes y otros mundos, gracias a lo que lee, ve y hasta habla con sus hijos, totalmente inmersos en otra cultura (debo decir "otras culturas"). Y ese hecho y el reciente 14 de febrero me hacen recordar que en cada cumpleaños de mi mamá, día de su santo, día del amor, día de las madres, aniversario de bodas, navidad, mi padre le regalaba una enorme caja, perfectamente envuelta, con lencería y ropa interior. Yo esperaba a que la habitación de mis padres quedara sola para abrir el regalo y curiosear entre las hojas de papel de china y la seda y el encaje y el satín. Eso me hacía sentir tranquila y fuerte. Me hacía sentir que mi padre amaba a mi madre, que ellos tenían un mundo que era

El mejor 14feb

Y el mejor NY que pueda conocer: el que él me narra y yo veo.

En mi buró

¿Quién me creo...

...para pensar que puedo pasar del silencio a una novela? No. Relatos. Poco a poco.

Sobre el Silencio IV

Hay un silencio fecundo. Ese silencio externo, de mirada perdida, de mente ida, pero que dentro está lleno de palabras, de otros, de la vida paralela de esos otros. Esas historias que se tejen para parecer reales. Mientras más reales quieres que parezcan, tu mirada, tu mente, tus palabras externas son más ausentes. El silencio ha provocado males. Nunca antes había sucedido en esta dimensión. Ahora el silencio me aterra por sus efectos. ¿Y qué hacer cuando es necesario? Cuando es necesario para esa vida paralela de esos otros que habitan en la mente y que hablan tan fuerte que tienes que callar, porque sólo en ese silencio fecundo, el de la escritura, la ventana se abre y esos otros pueden irse, volar, dejar de ser. *Fotografía de Eikoh Hosoe