"El esmero es la única convicción moral del escritor", Ezra Pound acuña la frase. La palabra única me incomoda. Pero no dejo de coincidir con la frase. Ya como búsqueda personal creo que ese esmero nos corresponde a todos los seres humanos en todos los ámbitos. Además tarde o temprano acabamos atrapados por nosotros mismos. Ayer que surtí mi despensa verde, fui presa de mi esmero arrebatado y vacié el refrigerador, lo limpié y desinfecté, mientras escuchaba a todo volumen a "death cab por cutie", pensaba en la novela (la relación de tío Gabriel con la música). Siempre hay una recompensa al esmero: un buen lector o, como anoche, una cerveza negra escarchada y la mirada de Rabito a través de los obeliscos peludos de sus cejas.
Lo que ando incubando