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Mostrando las entradas de febrero, 2017

[febrero de mi hermano]

Mi hermano murió un día así, 28 de febrero, y marzo siguió con esa locura. Por las tardes el viento hacía vibrar las ventanas, como si él estuviera tocando para que lo dejáramos entrar; se colaba con su aullido fantasmal por los resquicios de las ventanas; azotaba las puertas de las alacenas, como cuando llegaba hambriento por las noches después de trabajar como un adulto, aunque apenas era un chaval de 21 años. Nos habían dicho que no volvería, que no lo veríamos más. Y ahí estaba, recordándonos que faltaba, que estaba su ausencia, el dolor, el miedo (sí, me daba miedo verlo entrar de nuevo en casa). Ahí estaba con el viento enloquecido, furioso porque tal vez así lo habían tumbado, enojado dando tumbos porque todo había durado muy poco: su vuelo, su vida de piloto; su vida. Este mes le pertenece, y el que sigue, otro poco.

3. Epifanía

*Biblioteca del Convento de San Esteban; Salamanca, España. Tengo una personalidad encubierta. Encima de la escritura o debajo de ella he tenido trabajos, en los que se me paga por pensar y escribir. Siempre he pensado que tener un trabajo que me remunere me permitirá: 1) Tener tranquilidad para escribir. 2) Tener libertad para escribir. 3) Tener la mayor independencia, pues mi subsistencia no dependerá del sistema de becas, premios, puestos, amistades o simpatías en turno. El único punto que no se ha visto comprometido nunca es el 2. He escrito lo que me ha dado la gana, como me ha dado la gana, cuando me ha dado la gana... o cuando he podido. Ni siquiera pertenezco a un grupo al cual rendirle cuentas, estilos, intercambio de lisonjas. Retomo: "cuando me ha dado la gana o cuando he podido". Cuando he podido. Subrayo. El anterior trabajo que tuve coincidió con mi llegada a la Ciudad de México; experiencia que supuso un encontronazo de ritmos, tiempos, identidad