Le di la espalda a mi lista de lecturas diseñada por mí. Me levanté a casi media noche de la cama y busqué entre mis libros. Ahora voy a los europeos, a los norteamericanos. Quiero velocidad, suspenso, tensión. Pero quiero un lenguaje concreto, racional, económico. Que el lenguaje no fluya como un escurrimiento sobrado hasta el descuido aparente. Quiero un goteo preciso sobre la mente y los sentidos del lector. Me llevé un altero de libros a la cama. Los acomodé en el orden en que los leeré, combinando placer y aprendizaje, lenguaje y profundidad. ¿Y de mi novela? Quiero personajes. Quiero bordado claro y tenso, y quiero sentido en la trama del revés.
Lo que ando incubando