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Mostrando las entradas de enero, 2012

Los 10 libros que cambiaron mi vida

Javier Munguía, editor de Letrarte, está realizando esta encuesta: ¿Cuáles son los 10 libros que cambiaron tu vida? Aquí está la lista , pero aprovecho mi blog para explicar de qué manera esos libros cambiaron mi vida: Demian me abrió otro mundo, el oscuro, el cruel, pero también el trascendente; una trascendencia que no tenía que ver con Dios, no el que me enseñaron en la escuela. Es el libro que movió todos mis esquemas. Así hablaba Zaratustra , llegué a él gracias a Demian y a la necesidad de leer sobre el nihilismo. Es un libro que me atemorizó con su "Dios ha muerto", pero que me abrió la puerta a una exploración personal del que todavía tengo mis herencias. La noche de Tlatelolco fue un regalo de mi madre, me lo regaló como un libro prohibido, que no debía sacar de casa ni enseñar a nadie. "Las paredes escuchan", me dijo. Los pasos de los jóvenes protestando en las calles en el 68 me provocaron pesadillas e insomnio por noches enteras. Fue el libro por el q

Crucemos dedos

Proyecto en puerta.

Escribo

De madrugada. La luz apagada. Sólo la pantalla encendida. Una taza de café sin cafeína. Los personajes apareciendo frente mí y, poco a poco, la luz del día nimbando el velo del moisés.

"A ras de vuelo", uno de los 10 libros del 2011

Según Milenio .

Para variar

El cambio de paradigma que me dio el 2011, por supuesto que tocó mi escritura. Para mis novelas siempre trabajo con una escaleta intrincada: todo, cada acontecimiento, está registrado en una línea de tiempo, dentro del perfil de cada personaje y de su desarrollo vital. Pero esta novela en la que trabajo debe contar con algo: lo que mi editora llama el "timing narrativo". El ritmo de la narración, la tensión, la dosificación correcta y ágil de los acontecimientos. Es por ello que he elaborado una línea de tiempo sin tanto detalle en su cruce con personajes y acontecimientos personales de ellos. Durante la narración debo guiarme más bien por el olfato, la intuición, la percepción de ese ritmo; debo dejarme guiar. No ser tan acuciosa con los tiempos reales, sino con el tiempo interno de la historia, el tiempo que requiera cada personaje. A veces me siento a ciegas. A veces me siento volando sin arneses. Escribir así lleva temores, pero también sus placeres.