La novela avanza y me he sentido orgullosa al presentar un robusto cuadernillo como primer reporte: 35 páginas de novela, la bitácora de su creación, el formato que el FONCA exige llenar y todo el trabajo aledaño (perfil de personajes, escaleta, cronología del conflicto agrario en el Valle del Yaqui que he investigado).
También mi vivencia como becaria da sus pasos: ya tuve contacto con un narrador regiomontano que me dio de alta por el msn y con quien comento algunas cuestiones de nuestro estatus frente al FONCA; y con sorpresa, recibí el mail de mi tutor, Rafael Ramírez Heredia, citándonos el día 26 de enero en la ciudad de Veracruz.
Un hueco se abre en mi estómago. Pensar en 4 días fuera de casa no es fácil: mi hija Mariana, Rabito que da señas de andar buscando novia en su cojín -oh, tan pequeñito-, mi trabajo, viajes y trasbordos, el juicio sobre el texto, convivir con escritores –no es tarea fácil para mí, debo admitirlo. Pero también tiene su lado emocionante: Contar con ojos diestros y variados para revisar mi texto, conocer Veracruz y gente nueva, y reencontrarme con un amigo querido.
La novela sigue su paso. Conforme las redes empiezan a intrincarse, a complejizarse, el ritmo se vuelve más lento. Más hilos en las manos, más voces cruzándose. El mayor problema al que me enfrento es mezclar la información histórica con la vida de los personajes. Temo hacerlo como un parche, como la tarjeta que colocan a un lado del cuadro en los museos.
Y lo que quiero es que los personajes vistan, hablen y sufran su tiempo, como lo hicieron Velásquez, Rembrandt, Goya...
¿Seré capaz?
También mi vivencia como becaria da sus pasos: ya tuve contacto con un narrador regiomontano que me dio de alta por el msn y con quien comento algunas cuestiones de nuestro estatus frente al FONCA; y con sorpresa, recibí el mail de mi tutor, Rafael Ramírez Heredia, citándonos el día 26 de enero en la ciudad de Veracruz.
Un hueco se abre en mi estómago. Pensar en 4 días fuera de casa no es fácil: mi hija Mariana, Rabito que da señas de andar buscando novia en su cojín -oh, tan pequeñito-, mi trabajo, viajes y trasbordos, el juicio sobre el texto, convivir con escritores –no es tarea fácil para mí, debo admitirlo. Pero también tiene su lado emocionante: Contar con ojos diestros y variados para revisar mi texto, conocer Veracruz y gente nueva, y reencontrarme con un amigo querido.
La novela sigue su paso. Conforme las redes empiezan a intrincarse, a complejizarse, el ritmo se vuelve más lento. Más hilos en las manos, más voces cruzándose. El mayor problema al que me enfrento es mezclar la información histórica con la vida de los personajes. Temo hacerlo como un parche, como la tarjeta que colocan a un lado del cuadro en los museos.
Y lo que quiero es que los personajes vistan, hablen y sufran su tiempo, como lo hicieron Velásquez, Rembrandt, Goya...
¿Seré capaz?
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