El cambio de paradigma que me dio el 2011, por supuesto que tocó mi escritura.
Para mis novelas siempre trabajo con una escaleta intrincada: todo, cada acontecimiento, está registrado en una línea de tiempo, dentro del perfil de cada personaje y de su desarrollo vital.
Pero esta novela en la que trabajo debe contar con algo: lo que mi editora llama el "timing narrativo". El ritmo de la narración, la tensión, la dosificación correcta y ágil de los acontecimientos.
Es por ello que he elaborado una línea de tiempo sin tanto detalle en su cruce con personajes y acontecimientos personales de ellos.
Durante la narración debo guiarme más bien por el olfato, la intuición, la percepción de ese ritmo; debo dejarme guiar. No ser tan acuciosa con los tiempos reales, sino con el tiempo interno de la historia, el tiempo que requiera cada personaje.
A veces me siento a ciegas. A veces me siento volando sin arneses. Escribir así lleva temores, pero también sus placeres.
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