Estos días he estado charlando con mi amigo Javo sobre los bloqueos en la escritura.
Por miedo.
Por decepción de uno mismo.
Por frustración.
Por omisión.
Por inanición temática.
Por negligencia.
Por posponer y posponer.
Por una inalcanzable pretensión.
Por un terror hasta la náusea.
Entiendo todas estas formas, las he vivido. Pero el otro bloqueo, el que sólo impone un dique seco para aislar y proteger la vida que es una cauda de abrazos rechonchos, manos regordetas abiertas hacia ti, risas aderezadas con gestos nuevos, -eso- gestos nuevos, palabras nuevas, palabras -sólo palabras-, para ese no hay remedio, porque ¿para qué querer remediarla?
Por miedo.
Por decepción de uno mismo.
Por frustración.
Por omisión.
Por inanición temática.
Por negligencia.
Por posponer y posponer.
Por una inalcanzable pretensión.
Por un terror hasta la náusea.
Entiendo todas estas formas, las he vivido. Pero el otro bloqueo, el que sólo impone un dique seco para aislar y proteger la vida que es una cauda de abrazos rechonchos, manos regordetas abiertas hacia ti, risas aderezadas con gestos nuevos, -eso- gestos nuevos, palabras nuevas, palabras -sólo palabras-, para ese no hay remedio, porque ¿para qué querer remediarla?
Comentarios