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Mariana, 29

Si un sueño tuve para ti es este en el que estás, siendo una artista profunda, una voz fuerte, una propuesta honesta y congruente. Un alma libre, que atraviesa su propio camino aunque esté solo y no desbrozado. Un corazón compasivo y amoroso con los seres frágiles. Un espíritu que percibe el misterio de la vida, del universo y sus ciclos ignotos. Una anfitriona que dispone la mesa bella y generosa. Una mujer plena que teje desde el amor. Y te imagino imbatible en los horizontes claros del universo, y también en aquellos llenos de neblina. Te imagino brillando bajo el sol y cuando la luz se eclipsa. Te imagino en paz con esa soledad fecunda que has cultivado, y también en paz con el abrazo que has elegido para contemplar el mundo y recrearlo. Y aunque todo esto sería lo que he soñado, no podría hacerlo. No podría soñar con tanto. No podría tener la lucidez ni la osadía. Pero he tenido en ti una hija lúcida, fuerte, osada, que siempre se ha empujado a sí misma para entregarse a la vida, intensa, sin medianías ni riendas. Si algo puedo soñar para ti es este umbral que atraviesas, no sin miedo, pero con la certeza de que hay que atravesarlo, porque tu guía es el crecimiento, ese que florece dentro. Gracias por tu vida, por así vivirla, por tu mirada sin cobardías. Por enseñarme a vivir y a mirar. Por darme un sueño. Feliz cumpleaños. Te amo con toda mi alma.

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Cecilia, 13

"Inicia mi adolescencia", nos anunciaste. Y sí, aquí estás con toda ella: con sus preguntas, titubeos, con su riada sin presa alguna, con su belleza latiendo, sus risas incontenibles y sus lágrimas igual de irrefrenables. Llega con una letra bella y desprolija a la vez, con vocaciones más claras. Otro tono de voz, otro tono ante la vida. Más vulnerable quizá, pero más decidida a caminar. Más silenciosa e interna, y más vociferante en sus formas. Me emociona observarte, redescubrirte, tomar tu mano y decir: calma, no hay prisa; calma, nadie fuera de ti te enuncia y determina; calma, calma, hay tanto por descubrir, hay tanto tiempo por delante, tanto aprendizaje en el itinerario, tantos hallazgos y tesoros, aun aquellos disfrazados de ceniza o putrefacción. Calma. Que en tu corazón nadie hable más que tú. Que ante el espejo no hable nadie más que el amor con el que te creamos y trajimos al mundo. Que tu voz interior solo se hable a sí misma con la ternura y admiración con la

Capomo

Alicia, la novia de mi hermano Martín , me invitó a montar. A pelo. Sin silla de montar. Yo era niña. Tenía quizá 10 años. Anduvimos por el monte, lleno de brizna seca, con el sol muy bajo y naranja. En el silencio montaraz, ella me cantaba "La flor de capomo", ¿la conoces?, me preguntó. Le dije que no, entonces me la cantó en mayo. Este es uno de los momentos más memorables en mi niñez. Tiempo después, en una fiesta en el campo donde había música en vivo, mi padre quiso complacerme con una canción. "La flor de capomo", pedí, y mi padre sonrió extrañado y orgulloso a la vez. Desde entonces, para él esa es mi canción. Sí, esa es mi canción. Nunca he visto una flor de capomo. Queda poca gente que la ha visto. La flor de capomo crece en los ríos. Y ahora el río yaqui y mayo ya están secos, por lo que la flor de capomo es ya casi mítica. La raíz es muy extensa y con muchos tentáculos. Es como un estropajo estirable que se clava muy superficialmente en la tierra. El t