Un gato negro, agazapado entre las ramas del baldío, mira fijamente al gato blanco que descansa sobre el muro que resguarda ese jardín secreto.
Se miran fijamente, inmóviles, con sus espinazos arqueados; parecen dos bestias mirándose desde la eternidad; dos símbolos suspendidos en el tiempo.
En el poder de la imagen está representada esa lucha mítica entre el bien y el mal que posee toda cosmogonía.
Abajo, en ese jardín montaraz, cultivado por la mano del azar, las especies vegetales crecen promiscuamente una sobre otra. Parece un edén caído, una belleza corrompida y atormentada por la serpiente y la manzana. El gato negro asoma su mirada intensa, dueña de ese caos y mimetizada en él y la dirige fijamente al gato blanco.
Arriba, el gato blanco, recostado sobre el muro, parece saberse dueño, pero también invadido y ajeno a ese jardín dañado. Mira al gato negro con menos fijeza; su posición convierte al otro en presa. Lo mira como algo suyo y le aburre al saberse desamado.
Pero no dejan de mirarse: enemigos, contrastes, presa y cazador, compañeros, símbolos en la decadencia del baldío.
Se miran fijamente, inmóviles, con sus espinazos arqueados; parecen dos bestias mirándose desde la eternidad; dos símbolos suspendidos en el tiempo.
En el poder de la imagen está representada esa lucha mítica entre el bien y el mal que posee toda cosmogonía.
Abajo, en ese jardín montaraz, cultivado por la mano del azar, las especies vegetales crecen promiscuamente una sobre otra. Parece un edén caído, una belleza corrompida y atormentada por la serpiente y la manzana. El gato negro asoma su mirada intensa, dueña de ese caos y mimetizada en él y la dirige fijamente al gato blanco.
Arriba, el gato blanco, recostado sobre el muro, parece saberse dueño, pero también invadido y ajeno a ese jardín dañado. Mira al gato negro con menos fijeza; su posición convierte al otro en presa. Lo mira como algo suyo y le aburre al saberse desamado.
Pero no dejan de mirarse: enemigos, contrastes, presa y cazador, compañeros, símbolos en la decadencia del baldío.
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