Transferencia de embriones , leo en un letrero que aparece desaliñado en medio de la carretera.
Alrededor sólo hay monte, maleza, la vía del tren como la osamenta de un animal prehistórico fosilizado en el desierto; los postes de madera como gigantes agonizantes, desconectados, mientras por encima se erigen nuevos postes de concreto, que conducen con orgullo electricidad y algo más: un futuro que no se alcanza a ver.
Tampoco se ve ningún edificio cerca, ninguna puerta computarizada, ninguna antena satelital que avise que por ahí se hace algo tan moderno e inexplicable como transferir embriones.
Sólo se ve alguna casa abandonada, con la maleza invadiéndola por dentro, saliendo impúdica por las ventanas como el vello de una oreja anciana.
Sólo se ve ese letrero. ¿Embriones de qué? ¿Transferencia a dónde? Más que macabro, el letrero es ridículo. Tan ridículo como el letrero “Río Yaqui”, pretencioso en la misma carretera, en el mismo enorme llano bordeado de árboles esquelétic...
Lo que ando incubando