
Me entero hoy. Sucedió en diciembre y me entero hoy. Y en España no hay hora suficiente para llamar. Y aquí es demasiado tarde para llamar y decirlo: Olga murió. A esta hora no hay nadie que entienda que cuando digo "Olga murió" hay lágrimas y también hay reverencia.
Mariana, su pequeña Mafalda, no está en casa. Pero aquí está esa diminuta casa de cerámica que Olga le regaló a mi hija, y que cuando ésta la veía decía: Ahí adentro vive Olga, pero sin pupa.
Olga ya no tiene pupa. Pero con la reverencia le lloro. Lloro y abrazo a Maricarmen, a Mónica, a Javi e Iñaki.
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