
Siempre llega ese momento en que siento que odio lo que escribo. El momento en el que tengo perfectamente claro que quiero contar esa historia, pero no así.
Y me doy cuenta que si escribo es porque quiero encontrar una forma de contar la historia. Que lo que me apasiona no es contarla, sino buscar cómo contarla. Y que en ello me apasiono, sí, me divierto, gozo.
Ya me ha sucedido este malestar. Y he seguido escribiendo. Y luego he rehecho todo. Ya me ha pasado que en ese hastío y empeño por terminar de contar una historia encuentro el cómo hacerlo. Entonces vale la pena volver a empezar.
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Algo sobre Daniel Sada y La Flor de Capomo.
Ya te habrás enterado que antenoche murió el escritor y poeta Daniel Sada Villarreal, debido a una disfunción renal que padecía desde hace varios años como consecuencia de la diabetes, además le fallaba el corazón.
Originario de Mexicali, Baja California, donde nació hace 58 años de edad. (25 de febrero de 1953)
Murió justamente unas horas después de que fuera anunciado como uno de los ganadores – el otro fue José Agustín Ramírez Gómez- del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, él no se enteró que fue galardonado, pues su esposa decidió no darle la buena por temor a que la sorpresa le causara algún impacto negativo en su salud.
Quizá lo presintió y sólo esperaba esa noticia.
Estaba internado en el Hospital Primero de Octubre del Issste, al norte de la Ciudad de México.
Como sabes Sada necesitaba dinero para sobrevivir: “Estoy muy gastado. Estoy totalmente sumergido en mi enfermedad. No puedo salir a la calle más que en silla de ruedas,” dijo.
Sada tenía fama de ser un escritor obsesivo y asiduo lector, además de apasionado del beisbol.
Era también amante del buen comer y un hábil jugador de ajedrez.
Colaboró en Vuelta y Letras Libres.
Fue discípulo de Juan Rulfo, y Dos de sus novelas, Una de dos y Luces artificiales fueron llevadas al cine por el director Marcel Sisniega.
Su obra fue reconocida por premios como el Xavier Villaurrutia en 1992, el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares en 1999 o el Premio Herralde de Novela 2008, entre otros.
Como sabes era licenciado en Letras Hispánica y en Periodismo por la Escuela Carlos Septién García, fue amigo del director Alejandro Avilés quien lo envió a Culiacana para “foguearse” en El Noroeste de Sinaloa, trabajo durante cinco años por allá, y fue cuando empezó a escribir Lampa vida; fue catedrático en la Universidad de Zacatecas y profesor en diversas instituciones universitarias, y tallerista. (Impartía talleres literarios).
Autor de tres libros de poemas, cinco de cuentos y nueve novelas, su obra Porque parece mentira la verdad nunca se sabe (Tusquetes), le mereció en 1999 ser considerado un renovador de la narrativa mexicana. Otros títulos de sus novelas son: Una de dos, publicado por Alfaguara en 1994, en la que unas gemelas idénticas comparten un novio que no atina a descubrir el engaño en el que vive; La duración de los empeños simples, Luces artificiales y Casi nunca; con Registro de causantes ganó el Villaurrutia en 1992; de entre sus poemarios destacan Los lugares y El amor es cobrizo.
Hace unos meses apareció su novela A la vista, y su editor tiene ya en sus manos otra, lista para publicar: El lenguaje del juego.
Murió escuchando poesía leída por su esposa Adriana Jiménez, de Octavio Paz y del brasileño João Guimarães Rosa:
"Mis manos saben el color de tu cuerpo,
Y la alcoba esta tibia...
Apaguemos la luz...
No sientes en tu boca
un gusto de amapolas?...
Quizá antes de partir también escucho su canción preferida - que también es la yuya y mía- La Flor de Capomo
Triguenyita hermosa
tütulikë yötu
kápo sehuáta bénasi_jíbba huerama
ínapo ento ilítchi
énchi basilároa
énchi enamorároa
kánne_jíba hueráma.
Yoko máchu líchi
Un abrazo
FA
PD Saludos al Coyote
Hoy, con tu permiso, te convertiré en posteador de este nido.
Coyote anda agazapado por ahí.