De terminar el trabajo del día, no importa la hora que sea. Los niños están dormidos después de compartir el día. El silencio y la calma. Mi pijama. Meterme bajo las mantas tibias. Y, por fin, tener tiempo para leer. No importa las páginas que pueda antes de que me venza el sueño.
"Inicia mi adolescencia", nos anunciaste. Y sí, aquí estás con toda ella: con sus preguntas, titubeos, con su riada sin presa alguna, con su belleza latiendo, sus risas incontenibles y sus lágrimas igual de irrefrenables. Llega con una letra bella y desprolija a la vez, con vocaciones más claras. Otro tono de voz, otro tono ante la vida. Más vulnerable quizá, pero más decidida a caminar. Más silenciosa e interna, y más vociferante en sus formas. Me emociona observarte, redescubrirte, tomar tu mano y decir: calma, no hay prisa; calma, nadie fuera de ti te enuncia y determina; calma, calma, hay tanto por descubrir, hay tanto tiempo por delante, tanto aprendizaje en el itinerario, tantos hallazgos y tesoros, aun aquellos disfrazados de ceniza o putrefacción. Calma. Que en tu corazón nadie hable más que tú. Que ante el espejo no hable nadie más que el amor con el que te creamos y trajimos al mundo. Que tu voz interior solo se hable a sí misma con la ternura y admiración con la...
Comentarios
Después de un día con muchas actividades, es reconfortante llegar al tiempo de lo que nos gusta hacer, a menudo pasa que trato de apresurarme para poder lograrlo, solo termino muy cansada y al momento de tomar un libro o lápiz y papel termino dormida (creativamente también). Pero tienes razón no importa las paginas , el objetivo es hacerlo.
Saludos!!
Carolina
¡Saludos!