De terminar el trabajo del día, no importa la hora que sea. Los niños están dormidos después de compartir el día. El silencio y la calma. Mi pijama. Meterme bajo las mantas tibias. Y, por fin, tener tiempo para leer. No importa las páginas que pueda antes de que me venza el sueño.
Alicia, la novia de mi hermano Martín , me invitó a montar. A pelo. Sin silla de montar. Yo era niña. Tenía quizá 10 años. Anduvimos por el monte, lleno de brizna seca, con el sol muy bajo y naranja. En el silencio montaraz, ella me cantaba "La flor de capomo", ¿la conoces?, me preguntó. Le dije que no, entonces me la cantó en mayo. Este es uno de los momentos más memorables en mi niñez. Tiempo después, en una fiesta en el campo donde había música en vivo, mi padre quiso complacerme con una canción. "La flor de capomo", pedí, y mi padre sonrió extrañado y orgulloso a la vez. Desde entonces, para él esa es mi canción. Sí, esa es mi canción. Nunca he visto una flor de capomo. Queda poca gente que la ha visto. La flor de capomo crece en los ríos. Y ahora el río yaqui y mayo ya están secos, por lo que la flor de capomo es ya casi mítica. La raíz es muy extensa y con muchos tentáculos. Es como un estropajo estirable que se clava muy superficialmente en la tierra. El t...
Comentarios
Después de un día con muchas actividades, es reconfortante llegar al tiempo de lo que nos gusta hacer, a menudo pasa que trato de apresurarme para poder lograrlo, solo termino muy cansada y al momento de tomar un libro o lápiz y papel termino dormida (creativamente también). Pero tienes razón no importa las paginas , el objetivo es hacerlo.
Saludos!!
Carolina
¡Saludos!