La escucho hablar con tanta pasión de su vocación, de sus sueños, de sus proyectos, de sus avances, de sus aprendizajes, de su visión, de su ética de trabajo, que me maravillo. Nunca supe en qué pararía aquella niña aguda, ácida, hablantina, de carácter fuerte, intensa; pero ahora que la veo siendo alguien, haciendo algo, con un camino avanzado hacia dónde quiere ir, me digo: lo sabía, esta es la Mariana que tenía que ser, aunque no lo sabía.
Ceci de mi alma, Cuando leas esto ya tendrás 12 años. Una edad en la que las artes de la magia se convierten en empeño, esfuerzo, sabiduría forjada cada día, conciencia. Y eso te pediré hoy: un poco de magia para que me hagas estar contigo en ste momento, para que me sientas en tu corazón y en tu mente con la claridad con que me ves cada día a las seis de la mañana en la cocina, preparando todo antes de que te vayas a la escuela. Aunque, estando tan modorras, ¿podemos vernos con claridad? Mejor: con la claridad con que me ves cuando regresas de la escuela y me cuentas lo que pasó, mientras la comida termina de prepararse, y el celular suena y suena y suena con mensajes y el trabajo interminable, que tr fastidia un poco. Hay una escritora que dice que de alguna manera las mamás nunca podemos separarnos del todo de nuestras criaturas, porque hemos estado tan unidas una en la otra, desde el inicio de la vida, que es imposible. Y así como el misterio inicia, gestándose en el vientre
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