Mucho me he preguntado sobre el tipo de escritora que soy y quiero ser. Trasplantarme del desierto al DF obliga cuestionarme, replantearme.
Lo que siempre he sabido:
No soy una escritora generacional o grupal.
No apuesto por las relaciones públicas.
No me interesa el paquete mercadológico alrededor de mi persona.
No veo la literatura como un acto social.
No quiero publicar por publicar; tampoco me interesa cualquier editorial.
No me interesa representar nada ni a nadie.
No estoy aquí para demostrar nada a nadie, ni a mí misma.
No poseo genialidad ni un talento extraordinario, pero sí una disciplina que me salva.
Lo que reafirmo:
Me interesa hacer mi trabajo concentrada en mi escritorio, construir lo que me apasiona, no lo que me conviene.
No quiero poner la literatura por encima de lo que soy y vivo, porque lo que soy, veo y vivo alimenta a mi escritura.
No quiero hacer Literatura, sólo escribir.
Lo que descubro:
Mercado, vigencia, conveniencia, contactos, relaciones, son para mí conceptos totalmente ajenos a mi búsqueda.
Escribo porque necesito escribir para vivir mi vida, con lo que soy.
Nadie me obliga a escribir, ni siquiera yo a mí misma.
Si no necesito escribir, no pasa nada: no le debo nada a nadie ni le quito nada a nadie, ni a mí misma.
Escribir no es vital. Puedo vivir sin escribir. Pero a veces necesito escribir para vivir.
Esto no le quita a mi escritura la pasión ni el compromiso con el oficio.
Esto sólo le da a la escritura la justa dimensión en mi vida, metabolismo y sistema.
Entonces mi búsqueda para publicar debe ser acorde a esto. Mi búsqueda de lectores, también.
Y aunque parezca que el compromiso es débil, aceptar esto me lleva a un nivel de compromiso tan radical que da vértigo e incertidumbre, lo que debe entrañar todo verdadero compromiso. No te compromete aquello que no te aterra.
Lo que siempre he sabido:
No soy una escritora generacional o grupal.
No apuesto por las relaciones públicas.
No me interesa el paquete mercadológico alrededor de mi persona.
No veo la literatura como un acto social.
No quiero publicar por publicar; tampoco me interesa cualquier editorial.
No me interesa representar nada ni a nadie.
No estoy aquí para demostrar nada a nadie, ni a mí misma.
No poseo genialidad ni un talento extraordinario, pero sí una disciplina que me salva.
Lo que reafirmo:
Me interesa hacer mi trabajo concentrada en mi escritorio, construir lo que me apasiona, no lo que me conviene.
No quiero poner la literatura por encima de lo que soy y vivo, porque lo que soy, veo y vivo alimenta a mi escritura.
No quiero hacer Literatura, sólo escribir.
Lo que descubro:
Mercado, vigencia, conveniencia, contactos, relaciones, son para mí conceptos totalmente ajenos a mi búsqueda.
Escribo porque necesito escribir para vivir mi vida, con lo que soy.
Nadie me obliga a escribir, ni siquiera yo a mí misma.
Si no necesito escribir, no pasa nada: no le debo nada a nadie ni le quito nada a nadie, ni a mí misma.
Escribir no es vital. Puedo vivir sin escribir. Pero a veces necesito escribir para vivir.
Esto no le quita a mi escritura la pasión ni el compromiso con el oficio.
Esto sólo le da a la escritura la justa dimensión en mi vida, metabolismo y sistema.
Entonces mi búsqueda para publicar debe ser acorde a esto. Mi búsqueda de lectores, también.
Y aunque parezca que el compromiso es débil, aceptar esto me lleva a un nivel de compromiso tan radical que da vértigo e incertidumbre, lo que debe entrañar todo verdadero compromiso. No te compromete aquello que no te aterra.
Comentarios