Mi madre siempre me contó que cuando yo era bebé, cada tarde mi hermano Roque me daba una vuelta a la manzana empujando la carreola.
No recuerdo esa época, pero si aquella otra en que él era mi puerta al mundo masculino: Roque, a quien entonces llamábamos Toño, era quien me introducía en los juegos de mis hermanos hombres, siempre con delicadeza, sin burlarse, sin abusar.
Yo también le abría la puerta a otro mundo, ese que tenía yo, introvertida, fantasiosa. Teníamos una pequeña lámpara toda de cristal con estrías tornasol. La luz se refractaba en hilos que bailaban dentro de la lámpara. Yo podía pasar horas contemplando esa danza: elegía uno de los rayos y seguía su movimiento por largo tiempo. Una vez compartí ese juego secreto con él y lo entendió. Cuando caía la tarde podíamos pasar horas mirando la lámpara, eligiendo cada quien su hilo luminoso.
A veces he creído que ese juego fue lo que nos conectó. Pero sé que nuestro lazo fue anterior, y que sobrevivió más allá de esa lámpara que nunca más volví a ver.
En mi adolescencia fue mi escucha, mi consejero, la voz que tranquilizaba todas mis dudas y angustias de la edad. Fue quien encauzó mi vanidad. Le gustaba que le cantara. Le gustaba enseñarme matemáticas y biología. Le gustaba protegerme, sobre todo en los albores de mi agorafobia antes de que nadie sospechara.
Luego crecimos. Me regaló a una de mis mejores amigas, su esposa. Me regaló sobrinos dulces y con el sentido del humor torcido que me divierte mucho. Me regaló muchos domingos, muchas charlas, muchos cumpleaños y días de santo, que puntualmente se empeñaba en celebrar; muchas navidades con la mesa llena de vida. Me regaló un ejemplo, su devoción por la familia.
Yo no lo conocí en cada uno de sus 51 años; pero él sí en cada uno de mis 45. Incluso en mis años esquivos.
Comentarios
Tenía a mi hermano que la diferencia que hay entre mi cumpleaños y el suyo es de 1 día, y al igual que a ti, siempre me protegió era como un "a mi hermana nadie le hace daño", y lo que yo pueda evitar en dolor para ella lo hago; y el reír conmigo, de mi; igual le encantaba que le cantara y que bailara; lo hacía llorar de la risa! :( LO EXTRAÑO HORRORES Y ME HACE MUCHA FALTA.
Tu lo tienes Antonieta...
Abrazos a ti y a tu hermano!
Eidania.