Ir al contenido principal

Mariana, 22


La primera vez que pasé un cumpleaños de Mariana sin ella, fue cuando cumplió 19 años. La había enviado al extranjero, y era un paso hacia la mayoría de edad para las dos: no pasaríamos su cumpleaños juntas, no pasaríamos navidad juntas; en resumen, no pasaríamos el día a día juntas.
Y lo sabía: era abrir una puerta en la que no habría marcha atrás. Y ese año muy lejos de casa, con océano de por medio, sería un ensayo hacia una nueva forma de ser madre e hija.

Ahora Mariana tiene un departamento en el jardín de casa, va y viene, cursa la universidad y estudia la carrera para la cual tiene una vocación invencible; administra su presupuesto; hace su vida, sus proyectos, su agenda y sus viajes.

Así que ayer ella decidió, como desde entonces, sobre su cumpleaños: salir de la ciudad, a la naturaleza.

Colgué globos rojos en la escalera de caracol que va a su depa, le dejé hotcakes veganos recién hechos a la puerta, con una tarjeta, y esperé a que bajara, lista para marchar, para darle un abrazo que se contiene siempre por no desbordarse en te quieros, me llenas de orgullo, me encanta la chica en la que te has convertido, diviértete, vive; eso: abraza la vida y vive.

Lo logré. Me contuve para no abrumarla con este amor que se me desborda por ella. Pude abrazarla suave y brevemente, y decirle con voz serena: Feliz cumpleaños, Mariana.

Y la vi salir de casa, con su perro y la slackline. A empezar a disfrutar sus 22 años.

*Foto superior: Mariana a los 19 años
Foto inferior: Mariana el día de su cumpleaños 22




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Ceci, 12

Ceci de mi alma, Cuando leas esto ya tendrás 12 años. Una edad en la que las artes de la magia se convierten en empeño, esfuerzo, sabiduría forjada cada día, conciencia. Y eso te pediré hoy: un poco de magia para que me hagas estar contigo en ste momento, para que me sientas en tu corazón y en tu mente con la claridad con que me ves cada día a las seis de la mañana en la cocina, preparando todo antes de que te vayas a la escuela. Aunque, estando tan modorras, ¿podemos vernos con claridad? Mejor: con la claridad con que me ves cuando regresas de la escuela y me cuentas lo que pasó, mientras la comida termina de prepararse, y el celular suena y suena y suena con mensajes y el trabajo interminable, que tr fastidia un poco. Hay una escritora que dice que de alguna manera las mamás nunca podemos separarnos del todo de nuestras criaturas, porque hemos estado tan unidas una en la otra, desde el inicio de la vida, que es imposible. Y así como el misterio inicia, gestándose en el vientre

Capomo

Alicia, la novia de mi hermano Martín , me invitó a montar. A pelo. Sin silla de montar. Yo era niña. Tenía quizá 10 años. Anduvimos por el monte, lleno de brizna seca, con el sol muy bajo y naranja. En el silencio montaraz, ella me cantaba "La flor de capomo", ¿la conoces?, me preguntó. Le dije que no, entonces me la cantó en mayo. Este es uno de los momentos más memorables en mi niñez. Tiempo después, en una fiesta en el campo donde había música en vivo, mi padre quiso complacerme con una canción. "La flor de capomo", pedí, y mi padre sonrió extrañado y orgulloso a la vez. Desde entonces, para él esa es mi canción. Sí, esa es mi canción. Nunca he visto una flor de capomo. Queda poca gente que la ha visto. La flor de capomo crece en los ríos. Y ahora el río yaqui y mayo ya están secos, por lo que la flor de capomo es ya casi mítica. La raíz es muy extensa y con muchos tentáculos. Es como un estropajo estirable que se clava muy superficialmente en la tierra. El t

Mariana, 28

Mariana de mi alma, Desde que naciste me pregunté mucho qué sería de ti. Porque esa mirada profunda que parecía venir de otros mundos y otros tiempos, ese llanto intenso y que llenaba la habitación, o esa risa llena de luz y plenitud solo me llevaban a preguntar: ¿qué hará en esta vida? y sobre todo, ¿qué tengo que hacer yo, como su madre, para acompañarla? Desde entonces siempre te he visto llegar a los linderos, ampliar los límites, llevarte a ellos o más allá de sus coordenadas. No como alguien que rompe, sino descubre; no como alguien que se precipita, sino explora. Una especie de cartógrafa del ser. Sin tibiezas ni inmovilismos. Y pienso en lo afortunada que soy de conocer más allá de mis miras miopes gracias a ti, de ser empujada más allá de mis límites por ti. Siempre. Incluso hoy. Nada de medianías contigo, nada de apatía, de pasividad. Aunque sea yo una roca angulosa y pesada, crees en mí como un canto rodado. Y pienso que tu misma búsqueda de expresión, sin límites c