Una amiga (http://hiedravenenosa.blogspot.com), me involucró en una de esas cadenas para enumerar 5 malos hábitos. O no sé si son simplemente hábitos, o hábitos extraños. Y tampoco sé –ahora que me pongo a pensar- si todo hábito tiene algo de malo o de extraño.
Me comprometió el 2 de febrero. Y como ven, no he cumplido, y no pensaba hacerlo, sinceramente. Perdona, hiedra preciosa (ya ves que está de moda el halago). Tengo por hábito no atender cadenas, tests, chistes ni esos insufribles pauerpoints de “autosuperación”.
Fue fácil incumplir pues ella estuvo convaleciendo de una cirugía y fuera de ciber-reclamos, pero hoy regresa a su trabajo, y siento gachito no haberle cumplido. Bueno, aquí podría sospecharse un segundo hábito: cuando alguien me pide algo, cumplo o no cumplo previa explicación, pero -por hábito- no dejo nunca el espacio en blanco a ninguna solicitud.
Como este blog se ha reconvertido en una bitácora literaria, y mi novela me tiene obsesionada, escribiré mis 5 malos hábitos literarios.
1. Tengo una dañina debilidad por los adjetivos. Siempre ando viendo los adjetivos en los libros que leo. Incluso en un curso que tomé con David Huerta sobre Borges, mi trabajo se especializó en los adjetivos en su obra poética. Confío en que un día sabré equilibrar su uso y desaparecer su abuso.
2. Es un hábito difícil de erradicar el narrar en primera persona. Así narré mis dos novelas anteriores. Ahora por primera vez narro desde un omnisciente (ya dijimos que es un narrador avec) , y él tiene un montón de malos hábitos. Le da por narrar desde no sé qué carajos perspectiva, menos desde y con el personaje que tiene que hacerlo. Cada vez he ido entendiendo más sus vicios: como no narra desde el yo, quiere sobrevolar muy superficialmente sobre los personajes el muy maldito. O a veces narra muy campante él y hasta muy después anuncia desde la perspectiva de quién está narrando.
3. Narrar desde la voz poética es el mal hábito de una poeta metida a narradora. Nunca entendía por qué me decían a leerme: “Es que eres poeta”. Hasta ahora me doy cuenta que no es el lenguaje el que debe empujar la narración, sino la acción la que debe empujar y generar lenguaje. Pero luego me entra el terror: ¿Qué es esto? Qué prosa tan plana, tan simplona, tan inocua. Y venga a querer rizar el rizo.
4. Escribir de noche. Mal, mal, mal. Más cuando uno pasa los 30 años. Es cansado, es demoledor, hasta descorazonador. ¿Pero qué otra queda? A las 10 pm mi hija está dormida, yo en pijamas y desmaquillada, la casa en silencio. La penumbra que se desliza por mi estudio me gusta. Pero cualquier error en la noche se hace más grande, cualquier desacierto es una tragedia, cualquier tropiezo un obstáculo infranqueable.
5. Mientras escribo tomo toda el agua que no tomé durante el día, por lo que pierdo mucho tiempo yendo y viniendo al baño. Tomar agua es un buen hábito, lo sé, pero no cuando tengo escasas 3 horas –las 3 horas que suelen ser las más improductivas del día y de la noche, todo hay que decirlo.
Aquí, Ara, tu encargo. ¡Te cumplí!
Me comprometió el 2 de febrero. Y como ven, no he cumplido, y no pensaba hacerlo, sinceramente. Perdona, hiedra preciosa (ya ves que está de moda el halago). Tengo por hábito no atender cadenas, tests, chistes ni esos insufribles pauerpoints de “autosuperación”.
Fue fácil incumplir pues ella estuvo convaleciendo de una cirugía y fuera de ciber-reclamos, pero hoy regresa a su trabajo, y siento gachito no haberle cumplido. Bueno, aquí podría sospecharse un segundo hábito: cuando alguien me pide algo, cumplo o no cumplo previa explicación, pero -por hábito- no dejo nunca el espacio en blanco a ninguna solicitud.
Como este blog se ha reconvertido en una bitácora literaria, y mi novela me tiene obsesionada, escribiré mis 5 malos hábitos literarios.
1. Tengo una dañina debilidad por los adjetivos. Siempre ando viendo los adjetivos en los libros que leo. Incluso en un curso que tomé con David Huerta sobre Borges, mi trabajo se especializó en los adjetivos en su obra poética. Confío en que un día sabré equilibrar su uso y desaparecer su abuso.
2. Es un hábito difícil de erradicar el narrar en primera persona. Así narré mis dos novelas anteriores. Ahora por primera vez narro desde un omnisciente (ya dijimos que es un narrador avec) , y él tiene un montón de malos hábitos. Le da por narrar desde no sé qué carajos perspectiva, menos desde y con el personaje que tiene que hacerlo. Cada vez he ido entendiendo más sus vicios: como no narra desde el yo, quiere sobrevolar muy superficialmente sobre los personajes el muy maldito. O a veces narra muy campante él y hasta muy después anuncia desde la perspectiva de quién está narrando.
3. Narrar desde la voz poética es el mal hábito de una poeta metida a narradora. Nunca entendía por qué me decían a leerme: “Es que eres poeta”. Hasta ahora me doy cuenta que no es el lenguaje el que debe empujar la narración, sino la acción la que debe empujar y generar lenguaje. Pero luego me entra el terror: ¿Qué es esto? Qué prosa tan plana, tan simplona, tan inocua. Y venga a querer rizar el rizo.
4. Escribir de noche. Mal, mal, mal. Más cuando uno pasa los 30 años. Es cansado, es demoledor, hasta descorazonador. ¿Pero qué otra queda? A las 10 pm mi hija está dormida, yo en pijamas y desmaquillada, la casa en silencio. La penumbra que se desliza por mi estudio me gusta. Pero cualquier error en la noche se hace más grande, cualquier desacierto es una tragedia, cualquier tropiezo un obstáculo infranqueable.
5. Mientras escribo tomo toda el agua que no tomé durante el día, por lo que pierdo mucho tiempo yendo y viniendo al baño. Tomar agua es un buen hábito, lo sé, pero no cuando tengo escasas 3 horas –las 3 horas que suelen ser las más improductivas del día y de la noche, todo hay que decirlo.
Aquí, Ara, tu encargo. ¡Te cumplí!
Comentarios
Hasta para los habitos eres bella. Muchas gracias por seguirme el rollo, pero sobre todo, gracias por llamarme: amiga.
Te quiero.
Ara: Gracias a Dios no eres Ramírez Heredia y tampoco vienes a mi taller del sábado; porque entonces no te parecerían bellos mis hábitos literarios. Vendrías con hacha en mano a querer destruirlos.
Javo: No te rías de mis humillantes pases al baño, y mejor escribe tus 5 malos hábitos. La gracia está en el hábito. El hábito hizo al escritor, ah, y su circunstancia. (A esto se le llama intertextualidad, ji).
Joso: ¡Es prehistoria! Te estoy hablando del precámbrico: el 93 o algo así. Pero luego lo podemos comentar.
Gracias por entrar.
Tenìa duda de qué leer primero de tí, si novela o poesía. Ya se!