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Ahora sí

No he podido escribir sobre sus muertes. Sobre el dolor de los padres. Yo he sido testigo. Los padres, siempre amorosos y protectores, se desmoronan ante la muerte, ante la implacable muerte, de la cual no pueden salvarnos. Rozan la locura. Se hunden en una oscuridad, en un caos que no podemos ni siquiera sospechar.

Respeto tanto esa tragedia que se vive en la intimidad de las familias, que no puedo ni siquiera tener palabras dulces, ni devastadoras, ni acusadoras, ni compasivas. No me alcanzan.

Pero sí puedo hablar ahora cuando esta tragedia extiende sus órdenes de aprehensión contra burócratas cuya responsabilidad era tener la llave de un almacén con una refrigeración vieja y que a nadie importaba (¿a quién le importan esas placas olvidadas porque no hemos podido pagarlas?), de un bombero (¿un bombero?) de quien no importa lo que hizo en sus años de servicio sino el azar de una ruleta rusa.

La red de tráfico de influencias del gobernador antes vista con cierta simpatía y hasta admiración, su habilidad para hacer negocios donde antes sólo había un presupuesto público, la forma bravucona (muy sonorense, muy atrabancado) de pisotear y patear las piedras que le estorban, hoy con el peor rostro, con la peor expresión, nos dice que nada es inocuo.

No es inocuo hacer un puente con malos materiales y mala echura. No es inocuo apropiarse de terrenos de personas que los han obtenido con el esfuerzo bien habido de varias generaciones. No es inocuo que personajes de su tercer círculo de poder sean los propietarios de una guardería sin que haya vocación ni amor por el cuidado de los niños. No es inocuo.

Este es el tercer nivel de poder e influencia del gobernador. ¿Qué será del segundo? ¿Y del primero? Todo mundo sabe qué es, dónde está y qué hacen.

Por eso aunque las responsabilidades se compartan en los tres niveles, la gente vuelve su ira hacia el bravucón, hacia el que ha prometido patear las piedras que le estorban, hacia el que se apropia de lo que no es suyo, hacia quien acomoda a amigos, compadres y familiares en los lugares que le conviene, y en lugares donde no le importa: una bodega donde aparcar niños mientras se reciba 2,400 pesos por cada uno al mes.

¿Por qué reclama entonces que la gente no pregunte lo que él quiere? Porque si mueren 47 niños calcinados en una guardería la pregunta no es quién dejó encendida la refrigeración en el almacén vecino. Porque la gente ahora no pregunta a qué instancia de gobierno le tocaba cerrar la guardería. La gente lo que pregunta luego de esta tragedia es: ¿por qué ha hecho así las cosas, señor Gobernador?

Comentarios

Eve Gil dijo…
Querida Marian: Mi cariño y admiración por este comentario breve pero contundente. Una de las cosas que me han tenido sumida en la depresión desde el pasado 5 de junio es la pasividad de los "intelectuales" de Sonora que no han sido para decir "esta boca es mía", cosa que me tiene enojada, triste y decepcionada. Los intelectuales no solo están ahí para decir cosas lindas y deslumbrar con su sabiduría, sobre todo para darle voz al pueblo... y tú ya has hablado por él. Te mando muchos besos y te reitero mi admiración y amistad
Mi querida Eve: Es la herencia de Beltrones y Moncada. Desmantelaron ese cuerpo, ya inexistente, al que te refieres con la palabra "intelectuales". No hay tal. Una vez que la conciencia se vende ya no se recupera. A veces es posible arrendarla por un segundo, pero lleva su costo: ya no tenemos credibilidad. He visto tu activismo y compromiso con este caso, como en tantos otros, cosa que te admiro. Qué suerte que ya no estés aquí. No te duela ser la voz que clama en el desierto. Ánimo, Eve.
sylvíssima dijo…
Eve, no creas, yo sé que han estado en las marchas, en la plaza. No son tantos como uno quisiera, claro. Prendiendo velas, colaborando, escuchando a los padres, dando un poco de apoyo. Yo he visto a Lorena, Xenón, Rafaella, Mónica, y otros tantos. Sólo que no están vestidos de intelectuales, sino de ciudadanos, de padres.

Ahí están, pocos, pero están.
Te invito a leer www.seterminaronlaspalabras.blogspot.com de Lorena. Sé que te va a mover.


A ti Marian, te agradezco que escribas esto y así, así como sólo tú. Con la honestidad que este asunto merece.
Los que cita Sylvia -incluída ella misma- se han dolido y lo han expresado de mil y un maneras, sí. Pero creo que lo que a Eve se refiere, o así lo tomé, es la ausencia de opinión de aquellos que tienen acceso a espacios no personales como los que tenemos blogs. Los que escriben en los periódicos están ausentes del tema. De hecho, están ausentes. ¿Quiénes escriben ya? Eso sí, estas expresiones personales no me parecen inferiores a esas otras en las tribunas. Una oración en este momento puede más que cualquier fondo de ayuda de 64 millones de pesos o que 12 órdenes de aprehensión giradas. Gracias, Syl. Y sí, tu blog me llevó a ese texto de Lore y es bellísimo. Gracias también por ello.
Que difícil buscar las palabras que puedan dar un poco de consuelo a quien se duele en tragedias como esta.Para ellos el respeto del abrazo en silencio.
Para los que tienen responsabilidad no se debe guardar silencio. Tampoco simplemente gritar y ya. Hay que hacer (hay quehacer, tenemos tareas pendientes, si queremos que el estado de cosas cambie, empecemos por nosotros). No es fácil. La tarea se nos ha acumulado. En cada estado sucede la burla a los ciudadanos desde los "gober preciosos" o "piadosos mientamadres borrachos coludidos con cardenales" hasta los de terceros o quintos círculos de poder corrupto.
Sé que esta red de amigos mantiene otra temática.Pero sin que cambie el foro, creo que en cada medio en que actuamos a diario debemos asumir un compromiso permanente, en el más amplio sentido de la política (no la devaluada, no sólo electorera).
Hay muchos acontecimientos ante los que no podemos permitirnos quedar al márgen, no solamente en Sonora.Por hoy sí, Hermosillo es México.
Me haces pensar mucho, Coyote. Y sí, este espacio no suele dar posturas políticas, sino se centra en lo creativo... Pero la verdad los hechos nos sobrepasan y de qué manera. Es muy triste, Coyote. Si seguimos mostrando capacidad de indignación creo que se la pensarían más. Es vergonzoso.

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