Leyendo Genji he advertido la profunda superstición de los japoneses de esa época. Aunque muchos dicen que persiste hasta hoy. Hace poco me enteré de los Omamoris , unos amuletos japoneses en forma de escapulario, que no están dedicados a una divinidad, sino a deseos. Ya tengo mi deseo para la novela y otro para estas caligrafías que tengo frente a mí. Y mis Omamoris para que les aseguren buen destino.
Lo que ando incubando