
Pues no. No he podido desprenderme de la historia de pilotos. Le digo adiós. Y luego vuelvo a quitar esto o aquello. Tengo un manuscrito final con capas sobrepuestas de tinta: color marrón las correcciones primeras, color rojo las siguientes, color verde las últimas. Sí, las últimas.
Ayer hice algo que, más que un trámite, fue un gesto ritual para despedirme de esta novela. Para poder concentrarme en mis caligrafías.
Fue un día de duelo. Y también de pensar en el proceso que me llevó esta novela. Los aprendizajes sobre la construcción, el lenguaje, el ritmo narrativo, el narrador.
Y mi certeza de que necesito escribir. Y no puedo evitarlo. Una conciencia que conlleva pasión. La mía ante mi oficio.
Comentarios
Saludos,
Eidania.
Mis caligrafías se pasean a sus anchas por mi mente y sentidos.
Gracias por tus ánimos y por estar por aquí :D
PD No sé por qué pero se me antoja compartirte lo que escucho ahora:
http://www.myspace.com/klausandkinski