Los encuentros, la unidad, el diálogo, la alegría, las despedidas, los lazos. Eso permanece después de que cada una va marchando a sus sitios.
Una permanece y no. Una prepara el vuelo. Echar raíz en otro sitio. Y saber que se pertenece: al desierto de Acatama y al Levante en Catalunya, a la bulliciosa Dominicana y a la seca Salamanca, a la aridez de Sonora o a la espesura de la lava entre el bosque.
Así, una y otra vez, hasta la próxima. Hasta siempre.
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