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Miedos

Cuando entré a mi primer kinder, tuve miedo de permanecer en ese lugar y nunca en la vida aprender nada. Y aún con miedo, pedí a mis padres que me cambiaran de escuela.
Cuando en las noches veía a una sombra debajo de la cama, tuve miedo de descubrir en la oscuridad que era alguien real. Y aún con miedo, recé hasta que en mis sueños descubrí a quién pertenecía esa sombra.
Cuando de adolescente empecé a temer salir de mi casa, salí a la banqueta y temblé al cruzarme con mis vecinos siempre tan cordiales. Y aún con miedo, decidí enfrentarme a ese miedo, y entonces me fui de casa.
Cuando fui madre por primera vez tuve miedo a no saber ser madre. Y aún con miedo, he sido madre cada día de mi vida, una madre con miedo, intensa, que ha podido llevar a su espléndida hija hasta el umbral de sus sueños.
Cuando la vida como la había vivido y entendido se acabó, tuve miedo de perderme. Y aún con miedo, me repetí a mí misma "de ahora en adelante" y avancé despojándome de mi pasado, y me encontré a mí tal como era y había ignorado.
Cuando decidí quemar barcas e iniciar un nuevo proyecto de vida, tuve miedo. Y aún con miedo volé y dejé todo atrás y abracé con intensidad esa nueva vida.
Cuando fui madre por segunda vez tuve todos los terrores a los que se enfrenta una madre. Y aún con miedo, consolé a esa pequeñita que pusieron en mis brazos, y ella dejó de llorar y recordé lo que es ser madre.
He tenido tantos miedos siempre. Y siempre los he enfrentado.
Ahora tengo miedo. Y tengo miedo de no poder enfrentarlo. De no poder cruzar del otro lado, donde aún hay miedo, pero un miedo que te hace sentir grande.

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