“Estoy escuchando el soundtrack de mi vida” , me dice emocionada mi amiga en medio de la oscuridad excitante que resulta un concierto.
Un concierto donde su cantante favorita y mi músico favorito cantan en el mismo cartel. Un concierto que nunca imaginamos ver juntas, menos en una ciudad que no nos pertenece a ninguna de las dos. Ahí estamos Edith y Marian inexplicablemente juntas en un concierto. Ahí están Annie Lennox y Sting inexplicablemente juntos en un concierto.
Annie Lennox es la autora de su soundtrack. Y Sting me resuena a muchas cosas, menos a eso. Mi vida no tiene soundtrack. Es más, a veces dudo que tenga historia (mi amigo Eric dice que parezco no tenerla).
Sting no me recuerda ninguna ruptura , ningún enamoramiento, ninguna nostalgia, ningún estupor de soledad; no me recuerda algún tormento, ni nada que duela. La música de Sting entró a mi vida por medio de mi cerebro, como todo lo que entra en mi vida.
La primera vez que le puse atención fue al ver un video
Lo que ando incubando