Los niños bailaban frente a mí como poseídos por un espíritu mítico. ¿Alguna vez bailaron realmente así nuestros ancestros? Alguna facilidad tiene la danza folclórica para atrapar esa esencia que unifica lo que hemos creído ser, lo que somos y lo que queremos ser.
Los trajes más inverosímiles, con listones dorados, rojos, verdes, amarillos, rosa, naranja, negro, añil; encajes blancos; moños y grecas; trenzas majestuosas y sombreros pasaban como ráfagas de alegría por el escenario.
Y pensaba qué mensajes estaban representados en ese lenguaje que transmite el cuerpo. Pensaba en el movimiento lleno de vigor, variedad y alegría que tiene la danza autóctona mexicana, y que es difícil encontrar en las danzas europeas.
¿Han notado la diferencia de lenguajes femenino y masculino en danza mexicana?
La mujer ondea su cuerpo; realiza movimientos circulares con sus faldas, con su cabeza, con sus pies, con su cintura y caderas. Los hombres realizan movimientos más lineales, verticales, y ascendentes; se esfuerzan por reafirmar su virilidad.
Cuando hombres y mujeres se separan en grupos por género, las mujeres pueden tomarse de las manos, y hacer rondas; los hombres nunca, sus manos se colocan entrelazadas en la espalda. Es un movimiento recogido, que contiene, junto con la muestra de un pecho expuesto con pretendida reciedumbre.
Sí, en la danza mexicana, los roles hombre-mujer están claramente diferenciados. La danza europea unifica más los movimientos. En las sardanas y las danzas griegas, los hombres se tocan, se abrazan. En las danzas aldeanas, hombres y mujeres alzan sus brazos en un movimiento igualmente monótono. El flamenco explaya en movimientos abiertos y finos de manos igualmente en hombres que en mujeres.
El flamenco da otra lectura antropológica de su cultura, ¡qué manera de unir gestos femeninos y masculinos en el movimiento! Los mismos toreros son figuras demasiado estilizadas, como bailarinas de ballet clásico, enfundados en mallones bordados exquisitamente; para que en un momento esa sutileza se rompa con la brutalidad de un gladiador abriendo las carnes de la bestia.
Por estar pensando que las danzas regionales nos muestran la concepción hombre-mujer, y sus roles sociales, he dejado de observar a los niños. Una madre de familia, vecina de butaca, me interrumpe con un codazo cómplice, y sin tanto rollo hace una lectura rápida: “Y como en todo, ¿no? Son las mujeres las que llevan el paso y el ritmo”, y en efecto, los niños eran prácticamente arrastrados por niñas sonrientes, erguidas, de ojos brillantes y agudos; mientras ellos pretendían desaparecer bajo sus trajes tradicionales.
Los trajes más inverosímiles, con listones dorados, rojos, verdes, amarillos, rosa, naranja, negro, añil; encajes blancos; moños y grecas; trenzas majestuosas y sombreros pasaban como ráfagas de alegría por el escenario.
Y pensaba qué mensajes estaban representados en ese lenguaje que transmite el cuerpo. Pensaba en el movimiento lleno de vigor, variedad y alegría que tiene la danza autóctona mexicana, y que es difícil encontrar en las danzas europeas.
¿Han notado la diferencia de lenguajes femenino y masculino en danza mexicana?
La mujer ondea su cuerpo; realiza movimientos circulares con sus faldas, con su cabeza, con sus pies, con su cintura y caderas. Los hombres realizan movimientos más lineales, verticales, y ascendentes; se esfuerzan por reafirmar su virilidad.
Cuando hombres y mujeres se separan en grupos por género, las mujeres pueden tomarse de las manos, y hacer rondas; los hombres nunca, sus manos se colocan entrelazadas en la espalda. Es un movimiento recogido, que contiene, junto con la muestra de un pecho expuesto con pretendida reciedumbre.
Sí, en la danza mexicana, los roles hombre-mujer están claramente diferenciados. La danza europea unifica más los movimientos. En las sardanas y las danzas griegas, los hombres se tocan, se abrazan. En las danzas aldeanas, hombres y mujeres alzan sus brazos en un movimiento igualmente monótono. El flamenco explaya en movimientos abiertos y finos de manos igualmente en hombres que en mujeres.
El flamenco da otra lectura antropológica de su cultura, ¡qué manera de unir gestos femeninos y masculinos en el movimiento! Los mismos toreros son figuras demasiado estilizadas, como bailarinas de ballet clásico, enfundados en mallones bordados exquisitamente; para que en un momento esa sutileza se rompa con la brutalidad de un gladiador abriendo las carnes de la bestia.
Por estar pensando que las danzas regionales nos muestran la concepción hombre-mujer, y sus roles sociales, he dejado de observar a los niños. Una madre de familia, vecina de butaca, me interrumpe con un codazo cómplice, y sin tanto rollo hace una lectura rápida: “Y como en todo, ¿no? Son las mujeres las que llevan el paso y el ritmo”, y en efecto, los niños eran prácticamente arrastrados por niñas sonrientes, erguidas, de ojos brillantes y agudos; mientras ellos pretendían desaparecer bajo sus trajes tradicionales.
Comentarios
Deveras que las niñas muestran más habilidad y gusto por el baile, no sé a qué se deba.
¡Hasta pronto!